sábado, 2 de marzo de 2019

"La novena hora", de Alice McDermott

La trama de este libro nos traslada inmediatamente a la boyante Nueva York de inicios del siglo pasado, concretamente en el barrio humilde de Brooklyn. Así se nos presenta indirectamente a Sally, la que resultará protagonista de la novela. 

Y digo indirectamente porque realmente la historia comienza en un paupérrimo piso de dicho barrio, en el que vive una joven pareja, estando ella embarazada. El hombre pide a su esposa, Annie, que acuda a la tienda de su propia calle para realizar unas pequeñas compras. Sin embargo, resulta no ser más que una excusa para llevar a cabo sus verdaderas intenciones: el hombre desea acabar y acaba con su propia vida abriendo la llave de gas.


Como es natural, el hecho marcará la vida de Annie, la joven viuda, y del bebé que va a nacer sin conocer a su padre: Sally. En una época en la que la estructura social estaba en franca precariedad, el hecho de que Annie se quedase viuda la haría descender incluso más en la sociedad, pasando a ocupar el escalón más bajo, con la supervivencia lejos de su alcance. 

En esta angustiosa situación es cómo la autora nos muestra la labor de las personas que por aquel entonces realizaban de forma altruista una labor impagable: las Hermanitas Enfermeras de los Pobres, ya que St. Savior, una veterana monja de dicho convento, se encarga desde el primer instante de todo lo que ha de realizarse en el trágico escenario consciente de que de no actuar todo podría acabar en una tragedia aún mayor.
Además de los primeros días en los que St. Savior se ocupa incluso de lo que se ha de hacer con el cuerpo del fallecido, le es ofrecido a Annie (y por supuesto lo aceptará) un trabajo que le supondrá el modo de vida tanto a ella como a su hija Sally en la lavandería del propio convento. De este modo se criará nuestra protagonista entre planchas, sábanas y productos químicos. Debido a su simpatía y su curiosidad Sally se convertirá también en el ojito derecho de varias de las hermanas.

La labor incansable y silenciosa que desarrollan las monjas (independientemente de su convento o creencias religiosas) resulta francamente admirable y digno de recordar, ya que alejadas de cualquier reconocimiento vano practicaban su altruismo con la fuerza que requerían las personas más necesitadas, sin recibir mayor satisfacción que el saber que realizaban una buena y productiva labor.


A pesar de haberme resultado un tanto complicado empatizar con los personajes y de que no en todo momento logré zambullirme en la historia, he de reconocer que Alice McDermott es una autora brillante, con un gran talento que habrá que tener en cuenta, y que gracias a que acompañamos a las hermanas a diversos domicilios de las personas más necesitadas del barrio, nos presenta un duro boceto de las tripas de la ciudad, seguramente, más célebre del mundo en el siglo XX.