Rosemary Hoyt es una rutilante
estrella del naciente nuevo arte que acapara poco a poco las portadas de las
revistas de los años veinte. Así, tras triunfar en su papel en la última
película de moda, decide acudir a la Riviera francesa, centro neurálgico de la
gente más elitista y de los norteamericanos más pudientes. Allí se codea con lo
más granado de una hermética sociedad, que disfruta de los mayores placeres que
el dinero puede ofrecer entre hermosas y selectas playas y hoteles con los
mayores lujos.
En una de esas playas conoce a la
seductora pareja que parece ser el deslumbrante centro de dicho entorno, una
pareja que ejerce una fuerza de atracción irresistible para cada uno de los
visitantes de la zona: Dick y Nicole Diver. Eminente y brillante psiquiatra él,
y heredera de una suculenta fortuna ella, pronto suponen para Rosemary el mayor
de los alicientes y las personas más interesantes que llegaría a conocer.
Además, entre Rosemary y Dick se inicia una estrecha relación que tendrá una
importancia capital en lo narrado.
Gracias a este encuentro, se nos expone con todo lujo de detalles la relación entre Dick y Nicole, en un
espacio temporal anterior y posterior que supone aproximadamente una década. A
medida que conocemos cada aspecto de la vida de la desbordante pareja, vemos
que el lujo y el despilfarro más desenfadado son incapaces de llenar el vacío
que llena a estas dos personas.
Al igual que en algunas de sus otras
obras (como su inolvidable "El gran Gatsby"), el brillante Francis Scott Fitzgerald desmitifica la vida del eslabón
más alto de la sociedad de los hermosos años veinte, en la que el desenfreno y
las opulentas fiestas escondían una cara mucho más amarga y más humana de lo
que se pudiese suponer. Creo que en cierto modo ese abandono a las actividades más superficiales tiene buen reflejo en la sociedad actual, en la que se descuida de alguna manera el interior del individuo.
En esta obra que nos ocupa se da
la circunstancia de que tanto el propio autor como su esposa por aquel
entonces, Zelda, manifestaron que en gran parte era una historia un tanto
autobiográfica, basada en sus propias experiencias. La complicada enfermedad mental de Nicole y el silencioso proceso
de adicción al alcohol (como suele suceder el interesado fue el último en darse
cuenta de este aspecto) del irresistible Dick son facetas muy conocidas tanto
del autor como de la icónica mujer. Cabe recordar que Fitzgerald (puedes consultar aquí su biografía) murió víctima
de un virulento alcoholismo que arrastró durante años (y que probablemente nos
privó de más obras inolvidables) y Zelda pasó gran parte de su vida entre
sanatorio y sanatorio mental, falleciendo en el incendio de uno de ellos.
“Suave es la noche” es la crónica
de una época deslumbrante, de excesos, de champagne y de Chanel; es la crónica
de la relación de una pareja irresistible (como el autor y su esposa) que ha de
vivir un proceso de autodestrucción
paulatino, tras el que quedarán las cenizas de las personas que ambos suponían
que eran.
Como todo lo escrito por el talentoso autor, nos es presentado envuelto en una prosa
comedida, que sin muchos alardes, pero cargada de peso y de frases inolvidables, son
razones más que suficientes para realizar una visita de su mano al lado amargo del glamour. Hemos de tener en cuenta que (deliberadamente) la parte más sencilla de leer y atractiva
aparece en la primera parte del libro, para luego arañar poco a poco en la
superficie de tan idílica vida y sumergirnos en una narración un poco más oscura. Recomendable sin duda.