miércoles, 11 de enero de 2017

"Suave es la noche", de Francis Scott Fitzgerald

Rosemary Hoyt es una rutilante estrella del naciente nuevo arte que acapara poco a poco las portadas de las revistas de los años veinte. Así, tras triunfar en su papel en la última película de moda, decide acudir a la Riviera francesa, centro neurálgico de la gente más elitista y de los norteamericanos más pudientes. Allí se codea con lo más granado de una hermética sociedad, que disfruta de los mayores placeres que el dinero puede ofrecer entre hermosas y selectas playas y hoteles con los mayores lujos.

En una de esas playas conoce a la seductora pareja que parece ser el deslumbrante centro de dicho entorno, una pareja que ejerce una fuerza de atracción irresistible para cada uno de los visitantes de la zona: Dick y Nicole Diver. Eminente y brillante psiquiatra él, y heredera de una suculenta fortuna ella, pronto suponen para Rosemary el mayor de los alicientes y las personas más interesantes que llegaría a conocer. Además, entre Rosemary y Dick se inicia una estrecha relación que tendrá una importancia capital en lo narrado.

Gracias a este encuentro, se nos expone con todo lujo de detalles la relación entre Dick y Nicole, en un espacio temporal anterior y posterior que supone aproximadamente una década. A medida que conocemos cada aspecto de la vida de la desbordante pareja, vemos que el lujo y el despilfarro más desenfadado son incapaces de llenar el vacío que llena a estas dos personas.

Al igual que en algunas de sus otras obras (como su inolvidable "El gran Gatsby"), el brillante Francis Scott Fitzgerald desmitifica la vida del eslabón más alto de la sociedad de los hermosos años veinte, en la que el desenfreno y las opulentas fiestas escondían una cara mucho más amarga y más humana de lo que se pudiese suponer. Creo que en cierto modo ese abandono a las actividades más superficiales tiene buen reflejo en la sociedad actual, en la que se descuida de alguna manera el interior del individuo.

En esta obra que nos ocupa se da la circunstancia de que tanto el propio autor como su esposa por aquel entonces, Zelda, manifestaron que en gran parte era una historia un tanto autobiográfica, basada en sus propias experiencias. La complicada enfermedad mental de Nicole y el silencioso proceso de adicción al alcohol (como suele suceder el interesado fue el último en darse cuenta de este aspecto) del irresistible Dick son facetas muy conocidas tanto del autor como de la icónica mujer. Cabe recordar que Fitzgerald (puedes consultar aquí su biografía) murió víctima de un virulento alcoholismo que arrastró durante años (y que probablemente nos privó de más obras inolvidables) y Zelda pasó gran parte de su vida entre sanatorio y sanatorio mental, falleciendo en el incendio de uno de ellos.


“Suave es la noche” es la crónica de una época deslumbrante, de excesos, de champagne y de Chanel; es la crónica de la relación de una pareja irresistible (como el autor y su esposa) que ha de vivir  un proceso de autodestrucción paulatino, tras el que quedarán las cenizas de las personas que ambos suponían que eran. 

Como todo lo escrito por el talentoso autor, nos es presentado envuelto en una prosa comedida, que sin muchos alardes, pero cargada de peso y de frases inolvidables, son razones más que suficientes para realizar una visita de su mano al lado amargo del glamour. Hemos de tener en cuenta que (deliberadamente) la parte más sencilla de leer y atractiva aparece en la primera parte del libro, para luego arañar poco a poco en la superficie de tan idílica vida y sumergirnos en una narración un poco más oscura. Recomendable sin duda.