De sobras es conocida la relación
que existe entre la literatura y el séptimo arte: el cine. Como hemos visto en
numerosas ocasiones, grandes películas obtuvieron su guión comprando los
derechos de un libro que había sido publicado. Para un autor vivo el hecho de
que su libro sea llevado a la gran pantalla supone una oportunidad de colocar
sus obras entre las más vendidas.
También hay que indicar que en
algunos casos (en una descorazonadora mayoría de casos) el resultado de la
colaboración entre Literatura y Cine no deja satisfechos ni a lectores ni a
espectadores, con lo que la obra queda devaluada. Por último mencionar esos
libros que no superaron un discreto éxito, o incluso un éxito inexistente, y
cuya adaptación fue un éxito y con ello el libro tuvo una segunda vida mucho
más productiva. (consulta la entrada sobre "Libros de película")
Estas líneas las dedicamos sin
embargo a otro tipo de adaptaciones, que en los últimos tiempos está tomando
una importancia que parece no dejar de aumentar. Nos referimos a esas series de
televisión que en su origen se basaron en libros.
Para empezar con nuestro paseo
visitando esas series hemos de referirnos sin duda a las que en los
últimos años ocupan los primeros puestos en las audiencias de sus cadenas, y
que en cierto modo se han convertido en iconos, arrastrando cada una de ellas
una legión de seguidores incondicionales dispuestos a devorar con ansia capítulos y el merchandising correspondiente. Por poner un ejemplo, contemplaremos el éxito que ha
obtenido la adaptación de la serie de libros de George R. R. Martin “Canción de
hielo y fuego” que inició hace ya 20 años con la publicación de la primera
entrega, “Juego de tronos”.
Aunque ya gozaba la saga de un
importante éxito, desde la primera temporada la serie supuso un impacto en los
televidentes, que son capaces de seguir las tramas y la multitud de personajes
que aparecen en ellas con meticulosidad y fervor. Como curiosidad hay que decir
que, según las últimas noticias sobre la serie, la sexta temporada de “Juego de
tronos” estará basada en un libro que todavía no ha sido terminado, dando lugar
a un problema para los seguidores, que no saben si esperar a la publicación del
libro antes de ver la serie.
Del mismo modo y prácticamente
compartiendo época en la televisión nos encontramos con la serie de comics “Los
muertos vivientes”, escrita por Robert Kirkman y dibujada con una particular
estética primero por Tony Moore y más tarde por Charlie Adlard, fue iniciada en
2003 y gracias a su tirada mensual acumula más de una centena de ejemplares.
La adaptación a la pequeña
pantalla fue un gran éxito desde el primer capítulo, y desde entonces se
suceden temporada tras temporada las aventuras de un grupo de personas que
intenta sobrevivir a una apocalipsis zombie (aunque no se les llame zombies) perfectamente retratada en “The
walking dead”.
Por continuar con series que han
tenido éxito en los últimos años, podemos recordar esa serie en la que el autor
Jeffrey P. Freundlich, y que suele usar el pseudónimo de Jeff Lindsay, tuvo
vital importancia. Probablemente no pase a la historia como un gran autor; de
hecho, el estar casado con la escritora Hilary Hemingway (sobrina del genial
Ernest Hemingway) probablemente hubiese sido una de las primeras líneas de su
biografía de no haber existido esa serie.
Como curiosidad hay que decir que
el primer libro de la saga en la que el protagonista es el asesino Dexter P.
Morgan y que sirvió como base para la primera temporada de la afamada y
prestigiosa serie “Dexter” fue nominado para un premio a la mejor novela primeriza,
nominación que le fue retirada por haber publicado con anterioridad con otro
pseudónimo.
Otra serie que en los últimos años
tiene éxito y que está basada en asesinatos, pero en este caso desde el punto
de vista de los investigadores que ponen todos sus conocimientos en descubrir
cada pista que va cercando al asesino, se debe a la obra de la antropóloga
forense Kathleen Joan Reichs. Reichs usó sus conocimientos en los diversos
trabajos de investigación que realizó en su carrera para crear una serie de
libros de misterio en la que la protagonista era una especie de Alter Ego de la
propia Reichs.
Temperance “Tempe” Brennan es una
antropóloga forense que investiga asesinatos y que fue tomada para crear una
serie en la que el apodo fue sustituido por “Bones”, título que resultó el
definitivo.

El trabajo de documentación
realizado por Ambrose fue metódico, y cada uno de los personajes está basado en
un personaje real de la Easy. Además, el autor prestó su colaboración en la
elaboración de la serie, producida por Steven Spielberg con la colaboración de
Tom Hanks, y que recibió el título del libro, “Hermanos de sangre”.
Los títulos que hemos visto hasta
el momento tienen una alta dosis de violencia, aunque como es evidente tenemos
ejemplos de series que no se basan en ella. Una de las series más icónicas de
los últimos tiempos tiene también base escrita. Se trata de las aventuras de
cuatro amigas (Carrie, Charlotte, Miranda y Samantha) estadounidenses de clase
media en la que se abordan diversos aspectos de las relaciones sexuales y cuyas
protagonistas fueron vistas como modelos para muchas mujeres, que se sintieron identificadas de alguna manera con alguna de las protagonistas.
La protagonista
principal del libro es Carrie Bradshaw, una treintañera que escribe
semanalmente una columna en el ficticio diario “The New York Star”. Dicha
columna sirve como título a la novela, “Sex and the City”, que en nuestro país
pasó a llamarse “Sexo en Nueva York”, y que también contó con dos adaptaciones cinematográficas.
No quisiera dejar de incluir una
serie que a mi modo de ver está infravalorada. Una serie disfrazada de drama
juvenil pero en la que la forma de abordar las diferentes temáticas sociales la
hace una opción a tener muy en cuenta. Las aventuras de una entrenador de
equipo de Fútbol Americano en un pequeño pueblo ficticio de Texas nos ofrece un
soplo de aire fresco en la pequeña pantalla. Los personajes que forman el
equipo de los Dillon Panthers y lo que lo rodea están basados en el libro de H.G. Bissinger “Friday
Night Lights: A town, a team and a dream” y sirvieron tanto para una película
que vio la luz en 2004 como la serie a la que nos referimos, que consta de
cinco temporadas, y que resultó un éxito más de crítica que de audiencia.

Los anteriores son mínimos
ejemplos, algunos más acertados que otros, que sirven de muestra para afirmar
que, al igual que el cine, la televisión se nutre sin descanso de obras con
menor o mayor éxito para desarrollar las apuestas más altas cada temporada. Esperemos que en los próximos años siga esta tendencia, y que aumente la oferta televisiva de calidad cada temporada.