Desisto. En algún momento de
nuestra vida hay algún libro que, sea por el motivo que sea, se nos hace
difícil leer, tan difícil que nos planteamos si es conveniente terminar su
lectura o gastar nuestro tiempo en otras cosas que nos proporcionen mayores satisfacciones.
Con ese hecho se nos plantea un
dilema por el que todo lector pasa en algún momento, y que cada uno de nosotros
afronta de una manera diferente. En mi caso, he de decir que fui modificando
mis costumbres desde el inicial empecinamiento por terminar un libro (recuerdo
los cuatro intentos de terminar “Ulysses”, de James Joyce como un reto personal
cuya culminación supuso más satisfacción por superar una prueba que deleite
literario) hasta que llegó el momento de abandonar mi primer libro.
En la actualidad, he de decir que
soy muy poco escrupuloso y demasiado rápido en abandonar una lectura que no me
aporta nada más que hastío, y los remordimientos iniciales por ese hecho fueron
sustituidos por el convencimiento de que el tiempo invertido en una lectura
fallida puede ser reemplazado por varias lecturas exitosas.
En este asunto es posible que no
haya una sola respuesta correcta, y haya razones convincentes para una decisión
y la contraria. Pero no puedo evitar pensar que hay libros cuya lectura puede
hacer que un posible lector asiduo eche a perder ese hábito por la obligación
(impuesta por sí mismo o por otros, como por ejemplo en las lecturas escolares)
de terminar algo que no le satisface. Aquí he de hacer una mención a los maestros que ponen su alma en adaptar las lecturas obligatorias a esa mezcla de valores que pueden aportar los libros y lo atractivos que vayan a resultar a los alumnos.
En contraposición también hay que
indicar que muchos de los mejores libros (o sería mejor definirlos como los que
más me han gustado) tienen partes en las que me llegué a plantear si era
conveniente seguir adelante con su lectura, y por fortuna decidí responder
afirmativamente a esa pregunta.
Como decíamos al principio, no es
un dilema que se presente en pocas ocasiones y podemos incluir en esta
situación a la mayoría de los lectores. Tanto es así, que incluso hay libros
que tienen (la dudosa) fama de ser los libros más abandonados por sus lectores.
Para empezar por un libro ya
mencionado, hemos de indicar que uno de los libros más célebres del siglo XX,
considerado una obra maestra casi por unanimidad por su complicación a la hora
de ser escrito, por lo novedoso y rompedor de su estructura y los diferentes
estilos utilizados en cada uno de los capítulos que componen el denominado “Bloomsday”,
el famoso 16 de junio en el que muchos lectores intentan imitar el camino
iniciado (o la odisea sufrida) por Leopold Bloom en Dublín y cuyas peripecias
salieron de la pluma de James Joyce. Efectivamente, “Ulysses” no es una lectura
que sólo se me haya atragantado a mí, sino que es, según Goodreads, uno de los
cinco libros clásicos más abandonados por todo tipo de lectores.
Un contemporáneo de Joyce, escritor
de inspiración desbordante y cuya fantasía lleva decenas de años adornando la imaginación
de jóvenes y adultos es John Ronald Reuel (que con buen criterio en sus libros
cambió sus tres nombres de pila por las iniciales J.R.R.) Tolkien. Su Tierra
Media es un espejo en el que se miran muchos autores, y la obra más importante,
la más famosa y en la que se refleja con mayor exactitud ese mundo de fantasía
es “El señor de los anillos”.
Los tres tomos de este libro
tienen millones de lectores que devoran sus páginas con ansia (confieso que en
mi adolescencia invertí una semana en comer, dormir y leer “El señor de los
anillos”), pero al mismo tiempo ese libro que se acerca más a los dos que al
millar de páginas se hace una montaña inabarcable para muchos lectores. Así,
uno de los libros más vendidos de la historia es también uno de los más
abandonados.
También aparenta ser una lectura
lenta y larga la del clásico “Moby Dick”, libro de Herman Melville, que narra
la obsesión del capitán Ahab por dar muerte a la ballena que da nombre a la
novela, causante de la mutilación sufrida por el propio capitán en su pierna, y
experimentada en la huida de los barcos balleneros que van a su encuentro.
La novela está narrada desde la
visión del joven marinero Ishmael, que incluye metódicas y extensas
explicaciones sobre la vida marinera en el siglo XIX, así como el
funcionamiento de cada una de las partes de la caza de la ballena. En su
momento no obtuvo éxito, pero fue adquiriendo fama a través de los años hasta
adquirir la condición de libro conocido universalmente. También es uno de los
libros que con mayor frecuencia los lectores deciden que no es el momento de
leerlo.
Los anteriores son solo algunos
de los ejemplos que nos podemos encontrar entre los libros clásicos que se
encuentran con mayor número de lectores que no llegan a enfrascarse en su
lectura. En la actualidad también podemos encontrarnos con gran cantidad de
ejemplos entre las novedades y los más vendidos; de hecho, personalmente sospecho
que el porcentaje de abandono es mucho mayor en este caso que en los clásicos,
pero puede que sean menos mencionados en las encuestas por haber permanecido
menos tiempo en nuestras mentes.
Entre los éxitos actuales a los
que nos referimos es fácil imaginar (creo) que E.L. James tiene el honor de
tener su obra entre las obras más abandonadas en los últimos años, ya que la
agresiva campaña publicitaria que acompañó al lanzamiento de la Trilogía de
Grey hizo que se adquiriesen y regalasen ejemplares de dichos libros a mucha
más gente de la que realmente tenía ganas de leer algo así.
Del mismo modo, no a todo el
mundo agrada el mundo creado por Stieg Larsson antes de su fallecimiento y que
llevó a la trilogía Millenium, protagonizada por Lisbeth Salander (como
curiosidad se suele indicar que el autor llegó a definir ese personaje al
pensar en cómo sería una Pippi Calzaslargas adulta en el siglo XXI) a las
estanterías de los libros más vendidos de gran parte del mundo.
Como suele pasar con los libros
que tienen fervientes defensores, hay lectores que se crean demasiadas expectativas
al iniciar su lectura, y no todos consiguen acabarla. De ahí que sea mencionada
entre las obras más abandonadas. En mi caso no puedo opinar porque de momento
no he encontrado el momento para empezar su lectura.
Para finalizar con los ejemplos
actuales, suponemos que ha sido una decepción para Joanne K. (la K. no forma
parte de su nombre, sino que se añadió para darle mayor sonoridad al nombre de
la autora) Rowling que su incursión en el mundo de la novela (la primera
aventura tras el incontestable éxito de la saga de Harry Potter), “Una vacante
inesperada”, que gracias a la fama de su autora ya tenía más de un millón de
libros antes de ser lanzado, sea también uno de los libros que, además de
recibir críticas muy negativas, haya tenido una acogida tan floja incluso entre
sus propios lectores, que decidieron abandonarlo con mayor porcentaje del
esperado.
También podemos mencionar otro tipo de
abandono, y es el que se produce en las cadenas hoteleras. Millones de libros
son olvidados en las mesillas de noche de hoteles de todo el mundo, y dichos
hoteles crean iniciativas diferentes para beneficiar a futuros clientes de la
lectura de libros olvidados y no reclamados por sus dueños. Entre ellas podemos
encontrar salas de lectura en los propios hoteles o donaciones a bibliotecas.
Existen también cadenas hoteleras que
incluso hacen una clasificación de los títulos más olvidados en sus
habitaciones. En estos últimos listados es lógico pensar que los más vendidos
también serán los más olvidados en los cuartos, y de hecho así es. E.L. James
también tiene el honor de encabezar la lista en este caso, y su trilogía de
Grey es la más abandonada en los hoteles. A esa lista habría que añadir el
éxito de Gillian Flynn, “Perdida”, y de nuevo a J.K. Rowling (en este caso
dudamos de la involuntariedad de la mayoría de los abandonos) con “Una vacante
imprevista”.
Por último nos vamos a referir a
otra clase de abandonos, los abandonos voluntarios. Son numerosos los
movimientos que intentan fomentar la lectura propiciando encuentros inesperados
de posibles lectores con libros, ya sea en la calle, en algún establecimiento,
aeropuertos, estaciones de tren… En fin,
en este caso he de decir que me parece una iniciativa fantástica que puede
crear nuevos apasionados de la lectura que desconocían lo que aporta en su día
a día tener un libro esperando a que lo devores.
La iniciativa más numerosa es la
denominada Bookcrossing (puedes conocer algo más sobre estos movimientos aquí), que cuenta con millones de libros viajeros que, lector
tras lector, son abandonados en diferentes sitios y que cuenta además con una
página web en la que se pueden seguir los diferentes viajes emprendidos por
cada ejemplar y las anotaciones que aporta cada lector a esa historia. He de
decir que tengo el honor de participar de vez en cuando en esta iniciativa,
(desafortunadamente como depositario y no como afortunado descubridor) que me
parece muy bella.
Como hemos visto, hay diversas
formas de que los libros sean abandonados, algunas más enriquecedoras que otras,
aunque en el momento en el que cambia de manos un libro puede encontrar otro
lector que lo devore con ansia. Esperamos que os hayan entretenido los
anteriores ejemplos y como última curiosidad indicar, ya que el ser humano es
curioso por definición, que los lectores que deciden terminar una lectura una
vez comenzada son el grupo más numeroso de todos. Como indicaba al principio,
yo hasta hace unos años formaba parte orgullosamente de ese grupo. Sin embargo,
mi nueva actitud hace que me haya de incluir en el segundo grupo más numeroso,
el de los lectores que otorgamos entre 50 y 100 páginas a un libro para que termine de engancharnos.