Hacer un resumen de los hechos
que suceden en esta novela es
probablemente una de las cosas más sencillas que existen. Y es que este libro
trata sobre William Stoner, hijo de granjeros y futuro granjero en su localidad
natal de Booneville (Missouri), que a raíz de las dudas sobre la viabilidad de
la propia granja es enviado por su padre a la Universidad para realizar la
carrera de Ingeniería Agrícola. Nos encontramos en la segunda década del S XX, acompañaremos a Stoner a la Universidad, y asistiremos con él a la irrupción de la
Primera Guerra Mundial.
En una de las clases a las que
asiste, Stoner vive literalmente una iluminación, y decide modificar su futuro
y encauzarlo hacia la enseñanza de su propia Lengua y Literatura. Por una serie
de circunstancias consigue un puesto de trabajo en la misma Universidad en la que cursa sus estudios. El
libro nos narra la vida de Stoner y su carrera como (discreto) profesor desde
su ingreso en la Universidad hasta su muerte. Eso es todo.
Así de sencillo. Es un libro en
el que aparentemente no suceden grandes acontecimientos, sino que nos es
narrada una vida sencilla y de un hombre anodino, tímido y apocado, que
derrocha estoicismo, en cierto modo conformismo con una vida de la que no
espera gran cosa.
Un profesor que no dejó un gran recuerdo en la práctica totalidad de
sus alumnos y una persona que en ciertos momentos despierta compasión. En
cierto modo, el personaje me recuerda a esos protagonistas introvertidos e
imperturbables que pueblan parte de la filmografía de los fabulosos hermanos
Coen, esos antihéroes que ven pasar la vida sin verse muy afectados por lo que
viven alrededor, o sería más correcto decir con una capacidad inusitada para no exteriorizarlo.
Y, sabiendo esto, ¿qué es lo que puede llevar a alguien a querer adentrarse en
su lectura?
La respuesta a esa pregunta es
igual de sencilla: es fascinante. Es fascinante cómo el autor describe la vida
interior de William Stoner, y cómo es capaz de desarrollar maestría en
describir tanto el físico como el interior de sus personajes. Es fascinante
cómo hace de una vida de renuncias a sueños (o incluso al simple hecho de permitirse el tener
esos sueños) se convierta en el hipnótico día a día del protagonista. Fascinante
cómo entra en el alma de cada personaje, y nos hace encontrar afinidad con
ellos. Fascinante cómo la vida de un hombre normal, sin nada que resaltar de
ella, se convierta en una lección de vida.
A veces la vida nos tiene
sorpresas preparadas, y al dar con “Stoner” me he encontrado con una. El título me
llamó la atención simplemente por coincidir con un género musical que me ha
otorgado bastantes satisfacciones. Una vez leído el argumento, decidí darle una
oportunidad. Y en pocas páginas me encontré con un personaje descrito a corazón abierto,
hacia el que es difícil no sentir en mayor o menor medida simpatía. Poco a poco, casi sin darme cuenta, fui sumergiéndome en su lectura, para terminar leyendo de pie por el pasillo, deseando no terminarlo, y lamentándome por la escasa (escasísima) obra restante publicada por un autor del que hay que decir que, una vez conocido, resulta chocante
el que sea tenido en tan poca consideración.
Con todo lo escrito es evidente
que es una novela de la que he sacado provecho, y que lamento no haber leído
antes. Sin embargo, como todos sabemos, cada uno de nosotros tenemos un gusto
diferente al de todos los demás y sería muy arriesgado suponer que va a gustar
a muchos lectores, tal vez sería más acertado decir que no será así. Simplemente me gustaría sugeriros que en algún momento le dieseis una
oportunidad a una novela que no hace sino aportar dignidad a la profesión de
escritor. Por otro lado, teniendo en cuenta que es un libro en el que no sucede gran cosa, es posible que podáis terminar preguntándoos lo mismo que el propio William Stoner en sus últimos momentos: "¿Qué esperabas?"