Para la mayoría de los lectores
es un placer adentrarse en las vivencias personales de un autor. En el caso que
visitamos hoy, se trata de una autora con una amplia reputación en su país, que
llega al punto de ser comparada con el también sureño norteamericano William
Faulkner. Si bien destacó por sus cuentos, Eudora Alice Welty también publicó
novelas, e incluso con “La hija del optimista” consiguió el Premio Pulitzer en
1973. (consulta alguna curiosidad sobre los Pulitzer aquí)
Eudora nos obsequia en tres
partes (“Escuchar”, “Aprender a ver” y “Encontrar una voz”) deliciosos
episodios de su vida que la fueron formando como escritora, vistos ya desde la
madurez que le otorgaban su dilatada carrera y sus 75 años de edad. Estas tres
partes sirvieron como conferencias en la Universidad de Harvard, que fueron
recibidas con entusiasmo por la afortunada audiencia. Una vez publicado, “La
palabra heredada” se convirtió en su país en un Best Seller y se mantuvo en esa
línea durante meses.
A través de las numerosas
anécdotas que nos narra Eudora nos vamos haciendo una idea de la formación de
su estilo literario, de la potenciación de un don que ella sintió desde joven y
que supuso un sueño cumplido el poderse dedicar exclusivamente a su pasión y
vocación. Es un lujo el sentirse oyente de sentimientos tan profundos como los
expresados por Welty, y cómo desgrana los hechos que (siempre desde el punto de
vista de ella “la memoria es un tránsito”) van moldeando su visión del mundo y
de las relaciones personales, que será traspasada a sus cuentos y más tarde a
sus novelas.
También tuvo una importante etapa
como fotógrafa (tiene libros publicados sobre sus retratos durante La Gran
Depresión), aunque, como ella misma reconoce, siempre vio las instantáneas
desde el punto de vista de escritora. A mí desde luego su capacidad descriptiva
me da la impresión de ser enormemente gráfica, así que ambas cosas han de estar
al menos en una parte influenciadas por la otra.
Es curioso cómo los libros llegan
a nuestras manos. En ocasiones son amigos los que te aconsejan la lectura de un
libro que les causó impacto. En otras ocasiones nos servimos de reseñas o
menciones en diversos medios para dejar que nazca en nosotros esa especie de
enamoramiento que solo puede terminar con la lectura de ese libro. También
caemos a veces en la tentación de dejarnos llevar por las listas de libros más
leídos y nos hacemos con uno de esos ejemplares. En esta ocasión, un paseo por
la biblioteca me hizo detenerme en un libro con una portada sencilla pero con
fuerza. El acertado título también ayudó a que ese libro me convenciese
definitivamente.
Con los ingredientes anteriormente mencionados: el ser testigo de
la formación de ese estilo literario, el ser testigo de una época que
particularmente me parece muy interesante, y el propio hecho de descubrir a una
escritora que posee un talento desbordante han supuesto para mí una agradable
sorpresa, y he disfrutado cada línea de este libro (disfruté incluso las fotografías
familiares que lo redondean). No puedo dejar de mencionar algo en lo
que no solemos reparar, y es en la (para mí) excelente traducción del libro que
hizo Miguel Martínez-Lage (que debido a su fallecimiento remató Elena Medel),
que al parecer era un reputado traductor, al que se le nota su buena mano. (puedes consultar alguna curiosidad sobre traducciones)
Sin duda alguna, Eudora Welty es
una autora que tiene mucho por ofrecer, y yo estoy dispuesto a descubrirlo y
disfrutarlo.