Cada una de las familias que
habitan o han habitado en este planeta tiene sus características comunes y
también sus propias peculiaridades, y en el mundo de la Literatura se
reproducen dichos comportamientos. Con anterioridad (pincha aquí para ver la entrada "Descendientes de escritores") hemos visto escritores que heredaron,
en cierto modo, el gusto por la escritura de sus progenitores; hoy echaremos un
vistazo a autores que compartieron afición, profesión y horas de trabajo con
sus propios hermanos.
Uno de los casos que (es probable)
nos venga a la mente en primer lugar al pensar en escritores que, además de
compartir oficio, compartieron familia, es el de las británicas hermanas
Brontë.
Tal vez tendríamos que referirnos a ellas como “La familia Brontë”, ya
que, además de las conocidas Anne (“La inquilina de Wildfell Hall” ), Emily (“Cumbres
borrascosas”) y Charlotte (“Jane Eyre”), contaron con un hermano al que se
solían referir como “el genio”, dada su enorme capacidad, que sin embargo se
vio sumergida en una vida llena de complicaciones y diversas adicciones, que
terminarían con su vida. Branwell Brontë escribió varias publicaciones, pero no
logró la relevancia de sus hermanas.
Hijos todos del rígido y exigente
clérigo Patrick Brontë, recibieron una educación poco común en su época. Los
problemas médicos los acompañaron toda la vida (dos hermanas mayores murieron a
temprana edad), con la tuberculosis como uno de los más trágicos compañeros de
viaje.
Los inicios como escritoras
fueron poco esperanzadores. La primera publicación lanzada por las hermanas se
llamó simplemente “Poemas”, y eligieron pseudónimos masculinos para firmar
(Currer/Charlotte, Ellis/Emily y Acton/Anne con el apellido compartido de Bell)
logró la sorprendente cifra de 3 ejemplares vendidos. Realmente, tan sólo Charlotte
logró un éxito relevante con “Jane Eyre”, ya que la obra de sus hermanas sería
revisada a posteriori hasta colocarlas en la categoría de Clásicos.
La siguiente familia a la que
vamos a referirnos es a la formada, entre otros, por los escritores Jacob y
Wilhelm, mundialmente conocidos como los Hermanos Grimm. Desde muy jóvenes,
estos dos hermanos teutones empezaron a trabajar en una biblioteca, y a
interesarse por la historia y la mitología germánica.
Pronto destacaron con dichos
trabajos, pero con los escritos que pasarían a la posteridad sería con su
colección de cuentos populares, muchos de ellos reinterpretados por ellos, y
cuyas versiones suelen ser las más conocidas. Como curiosidad, señalar que sus
cuentos tuvieron que ser revisados debido a su dureza (ellos mantenían que no
eran para niños), e incluso algunos personajes fueron modificados; por poner un
ejemplo, no se entendía que la madre de Hansel y Gretel los dejase abandonados
en el bosque, así que dicho personaje fue disfrazado de madrastra.
Jacob y Wilhelm tenían un tercer y prácticamente desconocido hermano, Ludwig, que desarrolló su actividad artística en el mundo de la
pintura y las ilustraciones, y que llegó a ilustrar alguno de los cuentos
publicados por sus dos hermanos.
Hasta ahora los ejemplos que
hemos visto se refieren a hermanos muy bien avenidos, que incluso llegaron a
trabajar juntos y que pasaron la mayor parte de sus vidas acompañándose. La
próxima pareja de hermanos en ser presentada (que, por cierto, comparte
nacionalidad alemana con los anteriores) no puede incluirse en el grupo de los
anteriores, ya que no responde al mismo patrón.
El mayor de los dos hermanos (Heinrich) sobre los que vamos
a curiosear gozó en su momento de cierto éxito, aunque pronto sería superado
por el prestigio y no llegó ni a rozar la inmortalidad que logró su compañero
de letras Thomas Mann. Ambos fueron afamados escritores, aunque Thomas opinase
sobre la escritura de su hermano: “Los libros de Heinrich no son simplemente
malos, son tan malos que provocan un odio apasionado”. Tan despectiva opinión
que le merecían los libros de su hermano quedaba refrendada por la siguiente
afirmación: "Bufonesco, deforme, gritón, exagerado, romántico en el mal
sentido de la palabra".
Como vemos, la relación entre
ellos estuvo lejos de ser cercana. Además de caracteres diferentes, las
diferencias surgieron de forma temprana, y fueron dinamitadas por la visión
política de la Primera Guerra Mundial y el papel que Alemania jugó en ella. Tal
llegó a ser el desencuentro por esos motivos, que Thomas declaró: “Una querella
como la que hay entre nosotros ha de mantenerse con honor, sin pretender
despojarla de su carácter ferozmente serio. Quizá, así, separados, seamos mucho
más hermanos el uno del otro de lo que seríamos sentados juntos en la mesa de
un festín”. La postura de Thomas con respecto a ese conflicto (el exaltamiento
nacionalista) fue probablemente la menos acertada.
Sin embargo, años más tarde hubo
un acercamiento de posiciones, ya que Thomas derivó hacia ideologías más
democráticas. Ello supuso también el retomar en cierta medida la relación con
su hermano (Heinrich siempre reconoció la superioridad como escritor de Thomas),
y la oposición que ejercieron hacia el régimen e ideologías nacionalsocialistas
(de forma menos tibia en el caso de Heinrich) supuso otro punto en común entre
dos hermanos que siempre tuvieron una relación ambigua.
Estilos de vida diferentes y
quizás poco en común tenían el escritor, naturalista, expedicionista, zoólogo,
presentador de TV, y multitud de calificativos más Gerald Durrell (“Mi familia
y otros animales”, entre otros) y su hermano Lawrence Durrell (“El cuarteto de
Alejandría), que se limitó a ejercer la profesión de escritor, eso sí, en sus
distintas facetas de poeta, novelista, biógrafo, escritor de obras de teatro y
demás.
A pesar de la imagen que
proyectaba Gerald de su hermano Lawrence en sus libros, le tenía gran afecto y
lo consideraba una figura paternal, y alguien a quien admirar.
Tal y como reflejan las líneas
anteriores, nos podemos encontrar con diferentes tipos de relación entre
hermanos que dedicaron su vida a la escritura, como sucede en todas las
familias. En una situación peculiar nos encontramos con los hermanos Antonio y
Manuel Machado, que compartieron formación, círculos, e incluso un año de
residencia en París.
El estallido de la Guerra Civil
Española los sorprendió en bandos diferentes, y así iniciarían una separación
que haría que no se volviesen a ver jamás. Antonio se encontraba en Madrid, en
el bando Republicano, y recibió la oferta de ser trasladado a un lugar que
consideraban más seguro: Valencia.
Tras unos días de reflexión, e
incluyendo en el viaje a sus hermanos Joaquín y José, así como a sus
respectivas familias, abandona la capital. Los acontecimientos bélicos que se
sucedieron le obligaron a abandonar Valencia, en dirección Barcelona; la
situación se volvió cada vez más dramática, y no tuvo más remedio que emprender
un dramático viaje de exilio hacia Francia. Unos días después de llegar a
Colliure, y tras una penosa agonía, fallece el 22 de febrero de 1939. Su madre,
también enferma, muere tres días después, tras ver la cama de su hijo vacía.
Por su parte Manuel se encuentra
en Burgos, en el bando Nacional, en el momento del inicio de dicha guerra. Antes
de la guerra mostraba ideas progresistas, pero una entrevista publicada hace
que sea detenido e investigado por sus ideas políticas. Tras salir de prisión,
se produce un cambio en su actitud y a partir de ahí acepta y halaga las ideas
franquistas, llegando al punto de exaltar figuras claves de la dictadura, como
su “Al sable del Caudillo”.
Actos como éste le supusieron la
total libertad de movimientos durante los primeros años de la dictadura, además
de algún cargo público. Sin embargo, el hecho de que su hermano y madre
falleciesen en tales circunstancias creó un vacío en él que no supo cubrir.
Se pueden encontrar muchos más ejemplos de hermanos que coincidieron en
la profesión a la que nos referimos; hemos elegido los anteriores por sus
peculiaridades, sus diferentes connotaciones y su distinta forma de presentar
las relaciones fraternales.