Resulta curiosa la relación que
tienen ciertos hechos relevantes de los últimos tiempos con lo publicado por
varios autores años atrás, ya que nos puede parecer que dichas situaciones
fueron vaticinadas por algún escritor un tiempo antes de que sucediesen. Partiendo
de la base de que seguramente no son más que meras casualidades, no por ello
dejan de llamar la atención algunas de las coincidencias entre lo escrito y lo
real. A continuación veremos algunos asombrosos ejemplos de lo mencionado.
En el ya lejano 1884 un pequeño
yate inglés (el Mignonette) naufraga cerca del Cabo de Buena Esperanza en su
tránsito hacia Australia. A consecuencia
de ello, y habiéndose hecho con escasas provisiones, los cuatro tripulantes del
buque se aferran al bote salvavidas. Son el capitán Dudley, el oficial Brooks,
el navegante Stephens y el joven grumete Richard Parker.
Tras más de dos terribles semanas
sin avistar tierra y, (habiendo sufrido la baja de Brooks tras haber caído al
mar), ante la desesperación de la necesidad de agua potable y alimentos, el
grumete Parker decide beber agua de mar, lo que le provoca la pérdida de consciencia,
y queda en una situación que no puede sino ir a peor.
Ante el estado del joven Richard, y tras
muchas deliberaciones, los otros dos tripulantes deciden acabar con la vida del
grumete, y sobrevivir usando su cuerpo como alimento. Varios días después
fueron rescatados por el navío alemán Moctezuma.
El caso originó un revuelo enorme
en la sociedad inglesa de la época, y se produjo un largo juicio en el que se
condenó a muerte a los supervivientes. Más tarde la sentencia sería rebajada a
seis meses de prisión.
Unos años antes, en 1837, Edgar
Allan Poe publicó la novela “Las aventuras de Arthur Gordon Pym” en la que el
protagonista se enrola en un buque que, tras varias aventuras, sufre un
naufragio del que sobreviven cuatro personas. Tras varios días a la deriva,
deciden a través de un juego elegir cuál de ellos sería sacrificado para servir
de alimento a los demás tripulantes, resultando el perjudicado del juego el personaje
al que Poe decidió llamar ni más ni menos que Richard Parker…
También es curioso lo publicado
por Morgan Robertson en 1898. Su novela, de escasa calidad, y que llevó por
título “Futility”, describía las revolucionarias características del buque más
moderno del momento, considerado insumergible y al mismo tiempo el más veloz y
con las mayores comodidades del mundo.
En su viaje inaugural, partiendo
de Southampton y con rumbo a Nueva York, se produce un naufragio a causa de un
impacto contra un iceberg, resultando una tragedia debido a que no existían
suficientes botes salvavidas para todos los viajeros. El barco había sido
botado con el nombre de Titán.
Lo sucedido 14 años después al
Titanic, y las numerosas coincidencias con el argumento de este libro, hizo que
fuese reeditado ese mismo año, adquiriendo en este caso el título “El naufragio
del Titán”.
Otra coincidencia que llama la
atención es la escrita por Lester del Rey, escritor de novelas de ciencia
ficción, en 1954 en su novela llamada “Viaje a la Luna”. En sus páginas
describe cómo la nave Apolón es capaz de surcar el espacio para posarse en la Luna.
El primer hombre en pisar la luna según la imaginación del escritor será el
comandante Armstrong, lo que lo unirá para siempre al primer viaje lunar hecho
por la nave Apolo 11 y al primer hombre en pisar la luna, Neil Armstrong. Entre
la publicación de la novela y la llegada del hombre a la luna transcurrieron 15
años.
En páginas periodísticas también
podemos encontrar ciertas casualidades, a pesar de que la profesión no debería
salirse de ser una mera narración de los hechos. Cuenta la leyenda, y decimos
leyenda porque no existe prueba que corrobore los hechos, aunque se suele dar
por real, que una noche de agosto de 1883 el redactor jefe del diario Boston
Globe, Ed Samson, conocido por su afición a los excesos etílicos, tras
despertar del descanso después de uno de esos excesos, recuerda tan nítidamente
el sueño que acababa de tener, que lo cree real.
En ese momento decide redactar lo
soñado, la noticia de la terrible erupción del volcán Pralapa, cerca de la isla
de Java, que arroja la escalofriante cifra de 36000 víctimas.
La mañana siguiente, el director
encuentra la noticia sobre la mesa de Samson, y, creyendo encontrarse ante una
primicia, lo publica a dos columnas en primera página. Dado que el Boston Globe
es el único diario que se hace eco de la noticia, el resacoso Samson es
interrogado sobre las fuentes en las que basó la noticia y, evidentemente,
inmediatamente despedido.
El azar hizo que al día
siguiente, la erupción del volcán Krakatoa (y no Pralapa) provocase una cifra
de fallecidos muy similar a la ofrecida por el despedido. El bueno de Samson
fue reintegrado a sus labores y el periódico se ofreció como el primero en dar
la noticia. Quedaba el pequeño detalle del nombre del Volcán, y es que hasta
años después no se descubrió un antiquísimo mapa que tenía bajo el nombre del
volcán conocido como Krakatoa la palabra Pralapa.
Como hemos dicho antes, todas estas
coincidencias se deben con toda seguridad a una serie de casualidades, que se
magnifican por los parecidos en hechos o nombres…
De ello tenemos como prueba a la
figura del escritor Mark Twain (consulta su sustanciosa reseña aquí), que tiene una curiosa relación con las visitas que el cometa descubierto
por el astrónomo inglés Edmund Halley realiza a La Tierra aproximadamente cada
74 años. Esa relación nos es narrada en la deliciosa novela de Ivan Doig “Una
temporada para silbar”.(reseña de esta novela aquí)
El propio Mark pronunció en una
conversación privada, un año antes de su muerte, las siguientes palabras: “Vine
con el Cometa Halley en 1835. Vuelve el próximo año, y espero irme con él.
Sería la mayor decepción de mi vida si no me voy con el Cometa Halley.” El
escritor murió el 21 de abril de 1910, al día siguiente del acercamiento máximo
del cometa a nuestro planeta.
Estas no son más que una pequeña
muestra de las numerosas casualidades que se han encontrado recordando lo
escrito algún tiempo atrás, y seguramente el futuro nos depare coincidencias
aún más sorprendentes…