A lo largo de los últimos años,
la cantidad de libros que son censurados, prohibidos o que sufren un boicot en
los puntos de venta por diferentes motivos y colectivos que se sienten
ofendidos por su contenido, se encuentra en una afortunada curva descendente…
Como veremos a continuación,
diversas son las formas en que fueron “heridas” las sensibilidades de las
autoridades, que hicieron todo lo posible por evitar la publicación de los
escritos que la motivaron… Sin lugar a dudas, la principal causa y la que más
prohibiciones y censuras provocó, se refiere a la sensibilidad religiosa.
Ya en 1559, la Santa Inquisición encargó un libro en el que se enumeró los libros que no podían ser publicados por ofender los preceptos de la religión Católica. El libro se llamó “Index Librorum Prohibitorium”, y hasta 1966, fecha en la que se decidió no seguir renovando la lista, siguió incorporando libros y autores prohibidos a la misma…
Entre los autores que tuvieron el
“honor” de ser censurados por dicha publicación nos encontramos con Miguel de
Cervantes, que en su obra más universal, “Don Quijote de la Mancha”, hubo de
retirar algunas citas para poder así recibir el visto bueno del poder
eclesiástico. Entre los párrafos retirados de la versión final de su obra se
encontraba la siguiente frase, retirada del capítulo 36 de la segunda parte:
“…las obras de caridad que se hacen tibia y flojamente no valen para nada”.
Además de Cervantes, nombres de
autores célebres como Montesquieu, Copérnico, Galileo o Kant pasaron a engrosar
el contenido del “Index”, y otros autores con menos fortuna, como Erasmo de
Rotterdam, René Descartes o Emilè Zola vieron la totalidad de su obra prohibida
por la Inquisición.
Muchas otras publicaciones,
estuviesen o no incluidos en este peculiar libro, sufrieron la censura de las
diferentes religiones. Por ejemplo, la negación de la Teoría de la Creación que
desarrolló Charles Darwin en su “El Origen de las Especies”, que levantó tal
revuelo e indignación en la sociedad, que ni siquiera fue incluido en el famoso
“Index Librorum Prohibitorium”, ya que se sobreentendía que sufriría el rechazo
social generalizado.
Si seguimos hablando de libros
que ofenden a los cimientos de la Religión Católica, quizás nos sorprenda el
conocer que “El Código da Vinci”, el best seller de hace unas temporadas
escrito por Dan Brown, fue prohibido en el Líbano, en este caso por presentar
como hecho el matrimonio entre Jesús de Nazaret y María Magdalena, lo que fue
considerado blasfemia.
Motivos religiosos basados en un
antisemitismo latente en ciertas sociedades llevaron a ser rechazado en varios
países, todavía hoy en día, “El diario de Ana Frank”, por considerar una
“invasión sionista” en la educación de sus jóvenes…
Para terminar con los libros
censurados por motivos religiosos, nombraré al libro que más controversia
despertó en los últimos años, y cuya publicación en 1988 provocó oleadas de
revueltas, con centenares de heridos y decenas de fallecidos, y la condena a
muerte del propio autor. Se trata de “Los versos satánicos”, de Salman Rushdie,
autor que hubo de vivir escondido tras ser leída públicamente la Fatwa en la
que se instaba a todo miembro del Islam a ejecutar al autor y a todos los que
hubiesen formado parte en su publicación. Su traductor al japonés, Hitoshi Igarashi,
fue asesinado en Tokio; el traductor al italiano, apuñalado en Milán. El
traductor del libro al turco sufrió un intento de linchamiento en el que
murieron 37 personas, al ser incendiado el hotel en el que se hospedaba, y el
editor noruego tiroteado en Oslo…
El siguiente de los motivos de
prohibición o censura, por número o por importancia, podemos dedicarlo a la
narración explícita del acto sexual. En este grupo encontraremos infinidad de
publicaciones, como por ejemplo el “Ulysses” de James Joyce, declarado obsceno
por contener un pasaje demasiado descriptivo para la sociedad de principios del
siglo XX.
También nos encontramos con “El
amante de Lady Chatterley”, escrito por D. H. Lawrence, y que fue prohibido
hasta 1960. La cantidad de escenas consideradas inmorales por los responsables
de la censura de entonces se antojó demasiado extensa. Cierta parte de la
sociedad no estaba muy de acuerdo con la prohibición, hecho que queda
refrendado por las 200.000 copias que se lograron vender el día de su publicación.
Un hecho tan banal como la
descripción de un beso entre dos mujeres, y la descripción del sentimiento
lésbico, condenó también a la prohibición a “El pozo de la soledad”, de
Marguerite Radclyffe Hall. La autora hubo de batallar en sendos juicios en
Reino Unido y EEUU. En su país de origen se prohibió su publicación, y se
ordenó destruir todas las copias existentes. Sin embargo, tras largos años
litigando en EEUU, su publicación fue permitida. Con ello, el libro consiguió
una gran notoriedad, lo opuesto al objetivo de las autoridades denunciantes.
También incluiremos en este grupo
a una de las novelas más celebradas del siglo pasado. Se trata de “Lolita”, de
Vladimir Nabokov, obra tachada de pornográfica en el momento de su publicación,
y acusada además de inducción a la pedofilia.
La lista de escritos prohibidos
por describir cualquier forma de sexualidad es ciertamente extensa. También lo
es la cantidad de obras sobresalientes, algunas de ellas consideradas obras
maestras, que fueron prohibidas o boicoteadas por motivos étnicos, ya sea por
propio racismo o por una sensibilidad especial hacia cómo se describen ciertos
estereotipos. Por ejemplo, hace un par de años se publicó una nueva edición de
“Las aventuras de Huckleberry Finn”, de Mark Twain, en la que se elimina la
palabra “Níger”, palabra denostada en la actualidad, y que incluso en los
medios de comunicación estadounidenses es sustituida por el término “la palabra
n”.
En el mismo apartado podemos
situar novelas como “Matar un ruiseñor”, de Harper Lee (reseña en este mismo blog), en este caso por su exposición
del racismo existente en la sociedad norteamericana de mediados del siglo XX.
Además de ello, también fue denostado por la narración de la escena de
violación y por su lenguaje ofensivo. Esta última es la escusa que fue
utilizada para tachar de inmorales publicaciones como “El guardián entre el
centeno”, de J.D. Salinger (reseña de este libro aquí), o “Las uvas de la Ira”, de John Steinbeck. De este
último también fue objeto de enconadas críticas su obra “De ratones y hombres” (puedes leer la reseña aquí),
tanto por el lenguaje utilizado, como por las escenas violentas mostradas, y
ciertos comportamientos racistas.
El cuarto motivo que vamos a
exponer, de entre todos los argumentados por los críticos de ciertas obras, es
el relacionado con la política.
Uno de los casos más notorios lo
encontramos en el cáustico libro de George Orwell, “1984” , tachado por los
Estados Unidos y el Reino Unido como escrito pro-comunista (además de tacharlo
de obsceno por contenido sexual), y señalado por la URSS como escrito
anti-comunista. En esta última nacionalidad hubo también una fuerte censura
política, ya que se prohibieron todos los libros anteriores a la revolución de
octubre de 1917. El premio Nobel Boris Pasternak sufrió la censura y la
persecución tras haber escrito “Doctor Zhivago”, por criticar el régimen
comunista, y su prohibición no fue levantada hasta la apertura del mismo, en
1988.
Por último, nos vamos a ocupar de
algunos casos que son difíciles de encuadrar en una clasificación, por haber
sido prohibidos por motivos cuando menos curiosos. Por ejemplo, “Alicia en el
país de las Maravillas”, de Lewis Carroll, fue prohibido en China por dotar a
algunos animales con características “humanas”.
Asimismo, la prohibición que
sufrió “Harry Potter y la Piedra Filosofal” en los Emiratos Árabes Unidos por
fomentar el uso de la brujería y las prácticas satánicas lo podemos señalar
también como peculiar.
Si peculiar nos parece la
anterior prohibición, semejante calificativo merece la que sufrió en el estado
de California “El Lórax”, del Dr. Seuss, por “criminalizar la industria
forestal”. Y qué decir de la instrucción que recibieron las bibliotecas de los
estados de Michigan y Nueva York de retirar por contener imágenes obscenas….
“¿Dónde está Wally?”, de Martin Hardford.
Al fin y al cabo, cualquier
prohibición puede ser discutida, y, dependiendo del rasero con el que se mida,
cualquier libro podría ser prohibido. Quizás lo más justo sería permitir que opine el lector.
“Los libros que el mundo llama
inmorales son los libros que muestran al mundo su propia vergüenza”. Oscar
Wilde.