Nos encontramos en los años
cuarenta, y Madrid todavía es una ciudad aturdida por una guerra que destrozó
los cimientos de sus barrios y convirtió a sus habitantes en sufridos
supervivientes. La escasez de todo tipo de productos que llevan años
arrastrando pone en una situación precaria a la mayoría de los ciudadanos, que
han de sobrellevar como pueden el día a día que les ha tocado vivir.
En este entorno nos invita a
vivir la autora madrileña (aunque criada en la capital aragonesa) Paloma
Sánchez-Garnica, concretamente en el número 10 de la castiza Plaza del Ángel.
En dicho edificio conoceremos la historia de dos familias: los Figueroa y los
Montejano. Ambos hombres y cabezas de familia (Rafael y Antonio) son amigos
íntimos y disfrutan de una acomodada situación que les permite codearse con lo
más granado de la sociedad de la época.