Años después, debido a esa primera impresión, decidí leer su segunda obra: “Un caballero en Moscú”. Y ahí quedé prendado de un personaje inolvidable, un maravilloso conde que, bajo la dictadura soviética, pasa de ser un aristócrata a un cautivo en el hotel más lujoso de la capital rusa y del régimen. A partir de ese personaje crea una historia llena de historias más pequeñitas y llenas de lecciones de vida. “Un caballero en Moscú” consta de unas 400 páginas, ya una cifra peligrosa para mí. Pero vale y mucho la pena.
La historia nos presenta a Emmet
Watson, un joven que ve recortada la pena que está cumpliendo en un
reformatorio debido al fallecimiento de su padre. Al regresar a su casa, a su granja, a su
pueblo, o incluso antes, Emmet es consciente de que la vida en ese entorno
sería complicada con la coletilla de haber estado condenado siguiendo cada uno de sus pasos. Además, el banco
ejecuta en cuanto puede la hipoteca que su padre, enfermo, no pudo pagar. El único bien que le queda tras los múltiples embargos será un viejo automóvil Studebaker que Emmet compró usado tras su último verano libre, trabajando como ayudante de carpintero, y que al estar a su nombre y no de su padre no puede ser requisado. Sin casa, sin oficio,
sin dinero, Emmet ha de convertirse en adulto inmediatamente. Por él, y también
por su hermano menor: Billy.
¿Y cómo consigue Amor Towles que
un lector como yo, reacio a leer libros extensos, propenso a aburrirse con los inevitables tics de los escritores con varios libros a sus espaldas, se haya devorado en tres
tardes su novela? Pues me da la impresión de que poniendo todos sus sentidos en
que así sea. Si “Un caballero en Moscú” es una historia creada a partir de un
personaje y con tan solo una voz, en “La autopista Lincoln” Towles lo lleva al
extremo opuesto y nos ofrece una infinidad de voces que desarrollan una historia
hilvanada de forma excelente, y haciendo uso de primeras y terceras personas
nos damos cuenta de que es una historia para desarrollar personajes.
A través del corto espacio temporal
(creo que unos diez días en total) Amor Towles nos regala un sinfín de
individuos con los que encontrarnos en la autopista o sus inmediaciones, algunos de ellos con pasados y presentes inolvidables, y el autor tiene la
habilidad de mantener una tensión narrativa considerablemente alta y, lo que es más difícil si cabe, sin altibajos, lo que para mí resulta
casi un milagro. Vamos, que me he pasado el libro deseando leer un poquito más.
Poco más me queda por decir, tal
vez que es de esos libros que, una vez que los acabas, deseas volver a empezarlos.
Ya sabes, no tiene por qué ser ahora, pero piensa en comprar su libro si puedes (así financias su próxima historia) o
pídelo en tu biblioteca, con lo que también apoyarás al autor, o pídeselo a un amigo que lo tenga (con vuelta, ¿eh?).
De la forma que sea, piensa en darle una oportunidad (hoy o dentro de diez años) a una historia de
historias de esas atemporales, ajenas a las modas, de las que
se disfrutan hoy y se disfrutarán dentro de treinta años. Para mi gusto y por las sensaciones que me ha regalado su lectura es un libro imprescindible.