viernes, 16 de septiembre de 2022

"La autopista Lincoln", de Amor Towles

Amor Towles es un escritor al que tengo cariño. Sin embargo, a riesgo de que sea un dato irrelevante, he de decir que no me gustan los libros largos. Suelo pensar que si una historia puede ser contada en 150 páginas, ¿para qué rellenar esa historia hasta llegar a las 400? Así que como norma general mis libros preferidos, los que guardo con más cariño, son de lomo fino. Como norma general. Hace años leí el debut literario de Towles (“Normas de cortesía”) y me pareció una refrescante y agradable lectura.


 Años después, debido a esa primera impresión, decidí leer su segunda obra: “Un caballero en Moscú”. Y ahí quedé prendado de un personaje inolvidable, un maravilloso conde que, bajo la dictadura soviética, pasa de ser un aristócrata a un cautivo en el hotel más lujoso de la capital rusa y del régimen. A partir de ese personaje crea una historia llena de historias más pequeñitas y llenas de lecciones de vida. “Un caballero en Moscú” consta de unas 400 páginas, ya una cifra peligrosa para mí. Pero vale y mucho la pena.

 

Ahora, por fin, llegamos al lanzamiento de la obra que traemos hoy: “La autopista Lincoln”. Hace meses que espero con ansia la traducción y el estreno de lo último de Amor Towles, ya como seguidor dispuesto a comprar cada título que publique. Al tenerlo en mis manos una duda nació: el peso y las casi 600 páginas que contiene me hicieron pensar que sería un libro que se me iba a atragantar, que estaba ante una especie de Everest literario. ¿Y fue así? No. Todo lo contrario.

 

La historia nos presenta a Emmet Watson, un joven que ve recortada la pena que está cumpliendo en un reformatorio debido al fallecimiento de su padre.  Al regresar a su casa, a su granja, a su pueblo, o incluso antes, Emmet es consciente de que la vida en ese entorno sería complicada con la coletilla de haber estado condenado siguiendo cada uno de sus pasos. Además, el banco ejecuta en cuanto puede la hipoteca que su padre, enfermo, no pudo pagar. El único bien que le queda tras los múltiples embargos será un viejo automóvil Studebaker que Emmet compró usado tras su último verano libre, trabajando como ayudante de carpintero, y que al estar a su nombre y no de su padre no puede ser requisado. Sin casa, sin oficio, sin dinero, Emmet ha de convertirse en adulto inmediatamente. Por él, y también por su hermano menor: Billy.

 

Una vez decidido  que Emmet y Billy han de abandonar Morgen, su pueblo, tan solo queda decantarse por el lugar en el que van a establecerse y pasar su vida. Tal vez en Texas, como pretende Emmet, o tal vez en la californiana ciudad de San Francisco, como pretende el idealista, inteligente y avispado Billy, siguiendo el rastro de una madre que los abandonó hace ya 8 años. No te preocupes: lo que he explicado se lee en las primeras dos o tres páginas. Y recuerda que tiene casi 600.

 

¿Y cómo consigue Amor Towles que un lector como yo, reacio a leer libros extensos, propenso a aburrirse con los inevitables tics de los escritores con varios libros a sus espaldas, se haya devorado en tres tardes su novela? Pues me da la impresión de que poniendo todos sus sentidos en que así sea. Si “Un caballero en Moscú” es una historia creada a partir de un personaje y con tan solo una voz, en “La autopista Lincoln” Towles lo lleva al extremo opuesto y nos ofrece una infinidad de voces que desarrollan una historia hilvanada de forma excelente, y haciendo uso de primeras y terceras personas nos damos cuenta de que es una historia para desarrollar personajes.

 

A través  del corto espacio temporal (creo que unos diez días en total) Amor Towles nos regala un sinfín de individuos con los que encontrarnos en la autopista o sus inmediaciones, algunos de ellos con pasados y presentes inolvidables, y el autor tiene la habilidad de mantener una tensión narrativa considerablemente alta y, lo que es más difícil si cabe, sin altibajos, lo que para mí resulta casi un milagro. Vamos, que me he pasado el libro deseando leer un poquito más.

 

Tal vez no conozcas a Amor Towles, o tal vez hayas leído alguno de sus libros y no era el momento para esa historia, o tal vez… Pero creo que si te gusta leer tienes que darle una oportunidad a “La autopista Lincoln”. Te devolverá las ganas de leer, de conocer, de vivir las aventuras como si fueses un crío como Billy, de asistir a un maravilloso ejercicio de escritura más propio de otra época (siempre acabo con la sensación de que Amor Towles escribió sus libros en los años 50, 40 o 30 del siglo pasado por su estilo y por su evidente cuidado por cada detalle) y querrás saber más de Emmet, de Billy y de la mayoría de los personajes que circulan por la novela.

 

Poco más me queda por decir, tal vez que es de esos libros que, una vez que los acabas, deseas volver a empezarlos. Ya sabes, no tiene por qué ser ahora, pero piensa en comprar su libro si puedes (así financias su próxima historia) o pídelo en tu biblioteca, con lo que también apoyarás al autor, o pídeselo a un amigo que lo tenga (con vuelta, ¿eh?). De la forma que sea, piensa en darle una oportunidad (hoy o dentro de diez años) a una historia de historias de esas atemporales, ajenas a las modas, de las que se disfrutan hoy y se disfrutarán dentro de treinta años. Para mi gusto y por las sensaciones que me ha regalado su lectura es un libro imprescindible.