Un joven y un tanto frívolo barón
decide pasar parte de sus vacaciones en un lujoso hotel balneario en la
localidad austríaca de Semmering. Pronto cae en el hastío dado que sus
expectativas habían sido puesto mucho más altas. Tras conocer a Matilde, una
hermosa dama que se aloja con su enfermizo hijo Edgar en el hotel, decide
concentrar todos sus sentidos en seducirla.
Para lograr su objetivo entabla inicialmente
amistad con el pequeño Edgar. El niño está en una etapa en la que precisamente
comienza a aborrecer el hecho de ser niño, y descubre con asombro los
sentimientos que se agolpan en su mente.
El recibir la atención del barón cambia su visión de sí mismo y de todo su
entorno, causando el nacimiento de una irresistible ilusión por ser considerado
mayor de lo que realmente es. Edgar realmente se siente embelesado por la
personalidad del joven, que lo arrastra de un modo fascinante al lugar al que
quiere pertenecer.
Y es que, como nos tiene
acostumbrados, el maestro austriaco de las letras sorprende con el desarrollo
de las emociones humanas con las que impregna cada página. Tiene un dominio
abrumador del interior del individuo, y es capaz de hacer que seamos partícipes
del desarrollo psicológico que nos presenta de una forma brillante.
Como sucede en la totalidad de su
obra, nos regala una exquisita prosa en la que va dando sus pinceladas maestras
en la que nos ofrece un realista retrato de las emociones y los sentimientos
humanos. Como también es una costumbre en sus relatos, estamos ante un libro
intenso y concentrado, que en tan solo 120 páginas consigue ofrecernos mucho
más que la obra entera de la mayoría de los autores.
Si sigues esta página sabrás de nuestra predilección por este artesano de la palabra, por el arrollador talento de Stefan Zweig. De su cabeza salieron historias muy sustanciosas, con un nivel que tan solo puede alcanzar un elegido. Tal y como lo era el autor austriaco, el cineasta Stanley Kubrick poseía ese talento en su campo. Se da la circunstancia de que "Ardiente secreto" fue una de las historias elegidas por el director estadounidense y en 1956 presentó una secuencia de comandos basada en la obra. Desafortunadamente nunca se llegó a realizar, y se nos privó con ello del resultado de la fusión de dos enormes talentos.
En el momento de su publicación
(hace ya más de un siglo) tanto la novedosa temática como su estructura
resultaron revolucionarias y la obra fue generosamente elogiada por la crítica. Es curioso
que, habiendo pasado ya tanto tiempo, siga conservando esa frescura y siga resistiendo
el paso de este siglo sin que llegue a resultar anacrónico. Se podría decir que, en su justa medida, sigue sorprendiendo a los lectores. Es absolutamente
recomendable, como todo lo que, afortunadamente, he podido leer de Stefan
Zweig.