Tras años de guerra en su país,
sufridos de forma particularmente cruel en su devastada aldea y en su propia
familia, el señor Linh decide emigrar para escapar de lo vivido y dedica todos
sus esfuerzos y su propia existencia para conseguir un futuro mejor para la
única superviviente de la familia: su nieta Sang Diu, que en el momento del
ataque a su pueblo tenía tan solo nueve semanas de vida.
Como miles de sus compatriotas,
emprende un viaje sin retorno desde su hogar (imaginemos que es Vietnam) a un
país desconocido (aunque sea irrelevante me aventuro a decir Francia). En el
atraque del buque, que durante tres semanas ha puesto más y más millas de
distancia entre Linh y su pasado, se inicia la historia de estos dos solitarios
personajes. Ahí, prácticamente arrojado a las luces y las sombras de una ciudad
que nada tiene que ver con el mundo que ha conocido, el señor Linh es alojado
en una residencia de acogida con otras familias en su misma situación.
La soledad de nuestro
protagonista, unida al desconocimiento total del lenguaje de su nuevo país,
hacen que Linh se sienta desubicado en todo momento. Sin embargo, el coincidir
con el Señor Bark en un parque hace que, poco a poco, todo vaya cambiando. Y es
que entre ambos nace una amistad que logrará que el horror de la guerra no
ocupe cada uno de los pensamientos de los personajes. Poco más se puede decir
de un argumento que aparentemente no es lo más relevante de esta historia.
Philippe Claudel obtuvo un
notable éxito con la publicación de “La nieta del señor Linh”, y es
perfectamente comprensible que así haya sido. Es una historia sencilla y
conmovedora, en la que asistimos como privilegiados espectadores a la forma en
la que el dolor tiene la capacidad de devastar el interior de las personas.
También sentiremos con Linh y con Bark cómo la compasión es uno de los más hermosos
y puros sentimientos, y cómo gestos, miradas y simple comprensión son mucho más
poderosos que el lenguaje.
De la mano del nacimiento de esa
amistad avanzaremos en esta corta novela con la que probablemente tengas la
tentación o tal vez necesidad de releer en cuanto la termines. En las líneas
anteriores me referí a que es entendible que el éxito haya provocado que este
libro (aunque fue el segundo éxito del autor tras “Almas grises”) esté en boca
de muchas personas. Sin embargo, he de decir que no logré zambullirme en la
historia, que mantuve en todo momento una ligera distancia que no me permitió
disfrutarlo como hubiese deseado. Tal vez una rápida relectura cambie mis
sensaciones.