Estos días en nuestra cultura
tienen un significado especial; independientemente del sentido religioso de la
celebración de la Navidad, se ha formado una tradición en la que las reuniones
familiares tienen un papel preponderante. Cada año se viven en millones de
hogares rituales que son vividos con especial sentimiento por muchas personas.
También en estos días se encuentra un hueco para recordar a esas personas que
ya no nos acompañan, aunque en este caso los recuerdos positivos han de ser los
que invadan nuestro pensamiento.
Como toda tradición, la que nos
ocupa hoy se ha venido nutriendo de una especie de collage de diferentes costumbres (hay que recordar
que el 24 de diciembre fue una celebración pagana antes de que la religión
católica situase el nacimiento de Jesús de Nazaret en dicha fecha, y en la que
se celebraba que el Sol por fin vencía a la noche y los días comenzaban a
aumentar su presencia) que se fueron acoplando en diferentes fechas, y que con
la llegada de los medio audiovisuales sufrió (y sigue sufriendo) una
transformación vertiginosa.
Como corresponde a esta página,
hoy nos queremos acordar de esta fecha concretamente con lo que tiene que ver
con la Literatura, y cómo grandes (y no tan grandes) escritores han aportado su
grano de arena para hacer que estos días sean para nosotros tan especiales. Uno
de los grandes libros que probablemente a todos nos venga a la mente en cuanto
pensamos en la Navidad, es “Cuento de Navidad” (“A Chistmas Carol”) de Charles
Dickens. De hecho, este libro es uno de los precursores del renacimiento de la
celebración de las tradiciones navideñas en su país en el Siglo XIX, y por lo
tanto también una pieza importante en lo que significa para nosotros hoy en
día. El personaje de Ebenezer Scrooge y su talante avaro, egoísta y antipático
sufre una transformación con la visita durante la víspera de Navidad de
diferentes espíritus.
Cada una de ellos le aporta una
visión de su persona, y le ayuda a buscar en su interior y las imágines que le
muestran el Fantasma de las Navidades Pasadas, el Fantasma de las Navidades
Presentes y el Fantasma de las Navidades Futuras supone un punto de inflexión
en el desagradable personaje. De hecho, al despertar en la mañana de Navidad de lo que finalmente había sido un
sueño, se convierte en otra persona
opuesta de la que había sido hasta entonces, y procura que las personas que le
rodean se vean beneficiadas por su presencia y su actitud.
Este libro sirvió de inspiración
a multitud de obras de teatro y películas que nos visitan cada año en nuestras
sobremesas, y como decíamos antes, forman parte prácticamente imprescindible ya
de una tradición que es una suma de tradiciones.
Una de las figuras que en los
últimos años se ha incorporado a nuestras celebraciones, y sin duda uno de los
personajes más entrañables para las personas de menor edad de nuestros hogares
es Santa Claus (Papá Noel, San Nicolás, etc.). Aunque el aspecto que todos
conocemos de este personaje es achacado a una campaña publicitaria desarrollada
durante la década de los 30 por una conocida marca de refrescos, la mayor parte
de las particularidades del entrañable humano que fue criado en un mundo de
fantasía las reunió L. Frank Braun (que
pasó a la posteridad como autor de “El mago de Oz) en 1902. El mundo de fantasía
que ilustró Braun nos trae elementos como los Renos, la fábrica de Juguetes, el
árbol de Navidad que se repiten en todas las representaciones que conocemos de
Papá Noel.
No sería justo dejar de mencionar
que Braun se sirvió de antiguas historias para crear ese mundo, y una de ellas
es la publicada en 1823 por Clement Clarke Moore y que llevó como título “Una
visita de San Nicolás”, que cuenta en verso la historia de la noche antes de
Navidad (el título original es “The night before Christmas”) y cómo este
personaje a las riendas de un trineo tirado por renos deja regalos a los niños
en los calcetines que a tal efecto han sido colocados. Como curiosidad, hay que
decir que Moore imaginó a su personaje vestido de rojo.
Hay autores a los que la propia
Navidad ha cambiado la vida. Por ejemplo, el autor estadounidense Richard Paul
Evans trabajaba como publicista y decidió escribir para su familia y
concretamente para sus hijas “La caja de Navidad”, editando él mismo una tirada
que prácticamente se podría contar con los dedos de las manos. Sin embargo, en
poco tiempo se convirtió en un tremendo éxito que se nutrió de los sentimientos
que se despiertan en estas fechas. Tras ese éxito, Evans sigue revisitando las
tradiciones navideñas y tiene en el mercado libros como “El regalo de Navidad”
“El don” o “Buscando a Papá Noel”.
El mundo de fantasía en el que se
apoyan los anteriores autores tiene en J. R. R. Tolkien uno de sus mejores
embajadores. De hecho, de su imaginación salieron cientos de personajes tan
inolvidables como los que forman la obra “El señor de los Anillos”. Además de
diseñar la Tierra Media y otros mundos imaginarios, el autor británico (nacido
en Sudáfrica) también tenía especial predilección por el tema que visitamos
hoy. De hecho, cada Navidad dedicaba su talento a un motivo muy especial: desde
1920 hasta 1943 les dedica a sus hijos cartas enviadas por Papá Noel, en la que
narra sus aventuras en las que gnomos y elfos no podían faltar. Tres años
después de la muerte del autor, esas cartas fueron recopiladas y fueron
publicadas con el título “Las cartas de Papá Noel”.
También es recordado el personaje
que contradice al espíritu de la Navidad y que el Dr. Seuss creó como una
crítica al consumismo que en algunos casos se desata en estas fechas. “¡Cómo el
Grinch robó la Navidad!” narra la historia de un personaje huraño y cuyo cuerpo
está cubierto de pelo verde con un corazón “dos tallas menor” que decide robar
todos y cada uno de los regalos de Navidad del pueblo más cercano. Sin embargo,
el asistir al hecho de que, a pesar de faltar los esperados regalos, las
personas del pueblo no renuncian al bienestar que produce el dedicar estas
fechas a agradecer a nuestros semejantes el compartir nuestros días le hace
modificar su conducta… y provocan que su corazón multiplique su volumen por
tres.
En estas líneas intentamos poner
unos ejemplos de lo que la Literatura ha aportado a nuestra costumbre de
celebrar estos días. Son tan solo unos pequeñas migajas que nos aportan una
visión de que la tradición tan bella que nos invade en estos días está
producida por multitud de aportaciones que vienen de diferentes fuentes.
Además, me sirve para desear que todos los que dedicáis unos minutos de vuestro
tiempo a leer estas líneas lleguéis a disfrutar estos días como los mejores de
vuestra vida, y que ese beneficio aumente a medida que transcurren los días.
Espero también que os invada ese
sentimiento que se produce desde el primer momento, ese momento en el que la
primera bola del árbol de Navidad es colocada por las personas amadas que
forman el HOGAR que ha de regir nuestras vidas. Feliz Navidad.