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En la bandeja de cartas
presentada por su criado, descarta una de ellas por su excesivo volumen. Sin
embargo, al volver a revisarlas, se siente intrigado e impulsado a leerla.
Finalmente, tras alguna duda sobre si es el auténtico destinatario, y tras
comprobar que carece de remitente, decide sumergirse en ella.
En la parte superior de la carta,
y utilizada a modo de presentación, se encuentra con la frase:
“A ti, que nunca me has
conocido”.
Lo que lee a continuación es un
desgarrador relato de amor, una tardía confesión de la obsesión que una mujer declara
haber sentido por él desde el primer momento en que lo vio.