Nos encontramos en el lejano
1957, año en el que la Unión Soviética consiguió poner en órbita el cohete
Sputnik, lo que llevó a los Estados Unidos a volcarse con grandes medios en la
carrera espacial. Para ello, se efectuaron recortes en la mayoría de las partidas
presupuestarias, con la consiguiente merma en los servicios ofrecidos por el
gobierno.
En este marco el superintendente
de Instrucción Pública Paul Milliron, con una contrastada carrera en educación a sus 61 años, recibe el encargo
de comunicar a los representantes del profesorado y a las juntas escolares que
las escuelas unitarias (con tan solo un aula) del estado de Montana deberán echar el
cierre para ahorrar costes…
Dicho encargo pone en una
encrucijada moral difícil de resolver a Paul, contrario a esa medida y, sin embargo, ejecutor de la misma. A partir de ese momento, con
una gran carga de nostalgia, inicia la narración con la que nos transporta al tiempo en el que él mismo era
alumno de una de esas escuelas.
Con ello nos introduce en el año
1909, en el mundo rural del pequeño pueblo de Marias Coulee, fundado por emprendedores
colonos como su padre Oliver pocos años atrás. Allí conocemos detalles de la
infancia de Paul, que vive junto a sus hermanos Damon y Toby, y su padre,
echando de menos a su recientemente fallecida madre…
Concretamente, nos traslada al
día en el que el padre, superado por tener que compaginar las labores propias
de la granja y del cuidado de tres niños, decide contestar a un curioso anuncio
en un periódico, en el que se ofrece un ama de llaves con los siguientes
términos:
“No cocina pero no muerde.”
Tras dicho punto de partida nos
es presentada con un perenne buen gusto la vida diaria en el pueblo, los
quehaceres en las granjas rurales, los aromas y colores de la comarca, los avances tecnológicos que trastocan el apacible día a día del pueblo, etc. Nos quedaremos encantados con el
trayecto a caballo de los niños a su escuela, con las excursiones al dique en construcción, con sus disputas infantiles, y
además conoceremos a personajes entrañables, como el propio padre de Paul, Oliver, todo un ejemplo moral; la
decidida y encantadora ama de llaves Rose, que revoluciona y enamora a toda la familia; el hermano de ésta, el enigmático
y letrado Morrie, que es capaz de sorprendernos en todo momento, y todos los compañeros de clase de los hermanos Milliron.
Pero lo que más destaca del libro
es que asistiremos en el aula al entusiasmo por la enseñanza, y al entusiasmo
que adquieren por los conocimientos los alumnos de esta pequeña escuela,
gracias a la llegada del apasionado y apasionante nuevo maestro y sus nada
convencionales métodos de enseñanza. Viviremos con pasión el paso del cometa
Halley que trastoca la vida de la escuela, y sufriremos con la visita del
inspector escolar que amenaza con cerrarla…
Se trata de una deliciosa novela
costumbrista, en la que la narración fluye sin aparente esfuerzo, en la que
poco a poco nos vamos sintiendo a gusto en la vida de estas personas, a las que
es difícil no tomar cariño.
Ivan Doig |
El hecho de que sea un argumento
un tanto previsible no empaña el tono del libro, en el que el autor (totalmente
desconocido para mí, aunque reconocido en su país) nos traslada con maestría a
una época lejana con una representación de valores un tanto olvidados en la
literatura moderna.
He de decir que me resulta
difícil de creer que este libro se haya publicado en 2006, ya que sería más
fácil de ubicar en las publicaciones de mediados del siglo pasado, en las que
las lecturas aptas para todos los públicos, y que, además de entretener,
muestran valores cívicos, eran más comunes. A destacar también la nitidez y
habilidad con la que no es narrada la vida en la época, ya que me acompañó
durante toda la narración la sensación de que estaba leyendo la autobiografía de
Ivan Doig, algo que descarta su fecha de nacimiento.
Una vez terminado el libro, no me
cabe duda de que, gracias a su presentación de familia, amistad, educación,
enseñanza, y a la forma que tiene de introducirnos en los impresionantes paisajes
de Montana, acompañados de ese tono que nos dibuja una sonrisa durante
prácticamente toda la lectura, permanecerá por mucho tiempo en algún lugar de
mi memoria…
Un encantador homenaje a la
escuela y a la enseñanza.