"Acabas de cumplir ochenta y dos años. Has encogido seis centímetros, no pesas más de cuarenta y cinco kilos y sigues siendo bella, elegante y deseable." Así comienza una carta que el periodista, autor y filósofo nacido en Viena André Gorz, escribió. En ella Gorz intenta, por un lado, compensar la falta de escritos dedicados a su esposa, de la que llevaba enamorado un puñado de décadas. Además, la mujer (Dorine) sufría una enfermedad degenerativa en esos momentos.
Dorine fue injustamente retratada por Gorz en uno de sus primeros textos, y es algo que generó remordimientos durante mucho tiempo y que sabe que debe compensar. André se retrotrae a los primeros meses de la relación de ambos, y nos dibuja el apoyo incondicional que fue para él D., considerada por él mucho mejor que él mismo y sin la que hubiese sido imposible dedicarse a su pasión.