Yeongju es una mujer que, como al parecer pasa con muchos de sus compatriotas, ha dedicado su vida con mucho ansia a conseguir la excelencia en su puesto de trabajo. En esa Corea del Sur pujante en lo económico, es habitual que esa dedicación sobrepase a la persona. Y eso es lo que le sucedió a la protagonista de esta novela.
Yeongju dejó su trabajo, que cada vez ocupaba más horas de su día a día, y decidió romper con su vida para emprender una nueva. En este caso, la soñada. Para ello buscó un barrio adecuado a sus posibilidades económicas y alquiló un pequeño apartamento cerca del local al que va a dedicar todos sus esfuerzos: la pequeña librería (todavía sin nombre) en la que lleva unos meses poniendo todo su amor para que salga adelante.
Y aquí tenemos la trama de una historia que tiene todos los ingredientes para atraer al lector: el amor por los libros, la mención de algunos de ellos, la organización de talleres literarios y de presentaciones de libros... En fin, que es un ejercicio de fetichismo literario. Difícil resistirse a ello. Y, al parecer, es un éxito notable respecto a las ventas. A mí su lectura me pareció deliciosa desde el principio. Pero...
Hay un pero y es que (debe ser problema mío, defecto de este lector) como me suele suceder con libros "tamaño" estándar (entre 350 y 400 páginas) se me hizo bola, por reiteración de tramas y (en esto soy un poco quisquilloso) en que los diálogos son muy similares. Vamos, que no hay diferencia entre cómo se expresan unos y otros personajes.
Así que la segunda parte del libro me hizo menos ilusión y la leí mucho más despacio. Pero es que yo prefiero las historias más condensadas. Seguro que otros lectores disfrutan más que yo del mencionado fetichismo literario.