El narrador de esta novela (del que no conoceremos el nombre) nos lleva de la mano a la subasta de los objetos de una vivienda de una mujer recientemente fallecida. Acude a ese piso, como la mayor parte de los visitantes, simplemente para saciar su curiosidad. Sin embargo, por un impulso, y para satisfacer su necesidad de poseer algo que perteneció a la (conocida) difunta, paga una cantidad desorbitada por uno de sus libros ("Manon Lescaut"), en el que se encuentra una dedicatoria firmada por un tal Armando Duval.
Ese libro se convertirá en la excusa perfecta para que conozcamos con todo lujo de detalles la trama de la novela, ya que el propio Armando Duval acude en medio de una enorme agitación días después a solicitar la entrega de dicho libro. Armando es el amante, el amor, de la protagonista del libro, del personaje que da título a la obra.
Y ese personaje, Marguerite Gautier, es la mujer recientemente fallecida cuyas pertenencias se disputan sus acreedores. Durante los últimos años Marguerite fue una de las cortesanas más hermosas, conocidas y cotizadas de la ciudad de París. Su nivel de vida se veía cubierto de los mayores lujos debido a que era capaz de encandilar a los personajes más influyentes de la capital francesa. Dichos hombres competían por el privilegio de contar con sus servicios de una forma encarnada, y suspiraban por ser los causantes de que Marguerite luciese en sus actos públicos un ramo de camelias rojas, que indicaban que no estaba disponible, en contraposición de los días en los que lucía un ramo de camelias blancas.
Tras el nacimiento de una inmediata amistad entre el afligido Armando y nuestro narrador, conoceremos cómo se enamoró desde el primer momento en el que vio a Marguerite en los Campos Elíseos, y cómo fue ridiculizado por ella. Tras ese primer encuentro, conoceremos todos los pormenores del cortejo que siguió a ese enamoramiento. En contra de lo que todos pudiesen (o pudiésemos) pensar debido a la licenciosa y superficial vida de su amada, entre ellos nace un amor de los que solo pueden existir una vez en la vida, capaz de quebrar los sentidos y hacer que la vida solo tenga sentido si es con la persona que lo produce.
Alejandro Dumas hijo obtuvo un gran éxito con este relato (probablemente su mayor éxito y tal vez el único libro que será recordado de su obra) en el que se basó en sus amoríos reales con la cortesana Marie Duplessis. Al parecer, afortunadamente para los lectores, el (en principio no reconocido) hijo de Alejandro Dumas se tomó muchas licencias a la hora de adaptar esa historia, llegando con ello a componer una de las más bellas historias de amor que pueden ser leídas.
Dumas nos entrega, además, una visión realista del París de mediados del Siglo XIX, con cuidadas descripciones y con personajes muy bien definidos. Como decíamos, el realismo marca la mayor parte de las páginas, aunque es evidente que el romanticismo deja su sello en la obra. El éxito fue tal que pronto se convirtió en un clásico, e incluso el músico italiano Giuseppe Verdi la adaptó a su conocida ópera "La Traviata".
Como sucede con todos los libros, es difícil asegurar a otra persona que una obra va a ser o no de su gusto. En este caso en particular, yo tan solo puedo afirmar que lo disfruté desde la primera a la última página como he disfrutado pocas obras en mi vida, y que desde el principio "La dama de las camelias" se convirtió en una de mis preferidas. A pesar del tiempo que ha transcurrido desde su publicación (1848) tiene una lectura fresca y ampliamente enriquecedora. A mi modo de ver, es uno de esos libros para los que no existe razón suficientemente consistente para no leerlo, y que en cuanto se termina empieza la cuenta atrás para una segunda lectura.