
Así que Leo también emigra hacia
ese país, siguiendo la pista de su amada. Sin embargo, la vida esperada en
Nueva York no llegará a cumplirse. Su vida transcurrirá como cerrajero (la
profesión que le enseñó su primo, única persona que conocía al llegar a su nuevo
hogar) hasta que alcanza la senectud. En ella su mayor preocupación será que,
cuando alguien encuentre su cadáver, pueda realizar las gestiones para que sea
enterrado en la parcela del cementerio que ha adquirido.