domingo, 10 de mayo de 2015

"La humillación", de Philip Roth

La vida de Simon Axler, uno de los más prestigiosos actores norteamericanos, especialista en los complicados papeles protagonistas en las obras de Shakespeare, sufre un cambio radical en el momento en el que sufre un bache creativo. En medio de una actuación sufre un bloqueo en el que el propio Simon siente que nunca ha sabido actuar, un bloqueo que le hace sentir vulnerable y absolutamente perdido, con una frustración creciente y a la que no ve solución.

Las críticas y burlas recibidas desde entonces, la falta de comprensión de la sociedad y de su entorno más cercano ante una situación que lo atenaza,  y la frustración insoportable que sufre lo llevan a una depresión en la que ve como única salida un suicidio que es incapaz de cometer (“El suicidio es el papel que escribes para ti mismo”) a pesar de sentir la tentación de subir al trastero a por su arma en cualquier momento. Por todo ello, decide ingresar en un sanatorio mental, en el que intentará recuperar las sensaciones que ha tenido en los últimos cuarenta años, pasando  unos intensos días que indicarán el camino a seguir, un camino que no tendrá nada que ver con su anterior vida.


Una vez Simon inicia su nuevo día a día todo se ilumina al entablar relación con Peegen, una mujer bastante más joven que él, hija de unos amigos, que hará que la ilusión vuelva a entrar en su existencia. La fuerza interior de Peegen hace que Simon se sostenga, aunque con ello también hace que crezcan ciertos temores e inseguridades, y dará lugar también a situaciones difícilmente imaginables para Axler.


Es una novela corta escrita por uno de los más renombrados autores estadounidenses de las últimas décadas, que nos ha dejado una obra amplia y repleta de calidad.  Estos días se estrena en España la versión cinematográfica, parece ser que un poco libre en su adaptación de la novela, dirigida por Barry Levinson y que cuenta con Al Pacino en el papel protagonista de actor en el ocaso de su carrera. Se titula “La sombra del actor”.

Como decíamos, Philip Roth es un escritor de renombre, ganador del Premio Pulitzer de Literatura (¿Te apetece saber algo más acerca de este premio?) con su espléndida “Pastoral americana”, una de las cumbres de su carrera, y de hecho el libro que me invitó (quizás he de decir obligó) a hacer la primera de mis reseñas. Eterno candidato (como muchos otros) a un premio Nobel que de momento no le ha sido otorgado, y oficialmente retirado de la escritura, profesión a la que ha aportado su granito de arena para hacerla más grande.

Como en muchos de sus libros, “La humillación” explora la pérdida, cómo se va despojando una persona capa por capa de lo que lo sostiene, esa caída hacia un abismo que supone la peor de las pesadillas del ser humano. Sin embargo, llegado a este punto tengo que hacer un inciso. Cuando hago reseñas intento resaltar los puntos fuertes que encuentro en un libro, consciente de que la lectura es subjetiva y que uno de esos puntos fuertes son capaces de satisfacer a muchos lectores y al mismo tiempo decepcionar a otros. Del mismo modo, cuando un libro deja en mí un sabor amargo, o supone una decepción, opto por el camino más sencillo y que veo más justo: decido no reseñar ese libro, para no sentirme responsable de haber quitado posibles lectores que puedan enamorarse de un libro en el que un autor ha puesto su alma al escribirlo.

Con “La humillación” es un punto más sencillo hacerlo por el prestigio y por la gran cantidad de novelas que ha publicado Roth. Por decirlo en pocas palabras, es un libro que me ha decepcionado.

Un argumento interesante, una exploración de las horas bajas del ser humano en las que con tanto acierto suele implicarse el autor estadounidense, pero en mi opinión es una obra prescindible y con la que, ya sea problema del lector (yo mismo) u otro problema, no he conseguido conectar más que en ciertos momentos. Inconexa y en algunos momentos rozando el absurdo, no es un libro que yo recomiende para empezar con Philip Roth. Como decía antes, la lectura es muy subjetiva y mi opinión no es más que una entre millones y, a pesar de estar escrita por una pluma de tanto peso y con un argumento tan atractivo, ha pasado por mi vida sin aportar gran cosa.