martes, 6 de septiembre de 2016

"Los crisantemos", de John Steinbeck

Elisa Allen lleva una atareada y monótona vida en el californiano valle de Salinas (lugar de nacimiento y escenario habitual en las obras de John Steinbeck) realizando las tareas propias de la granja dedicada al cultivo y también a la explotación de ganado que su familia administra. En Elisa adivinamos una vida monótona y solitaria, en cierto modo vacía y supeditada a la sociedad que en la primera mitad del siglo XX imperaba en la mayor parte del mundo: una sociedad diseñada por y para hombres en la que la mujer debía de ceñirse al papel que se le había asignado sin mostrar la mínima disconformidad.

De esa manera la señora Allen desarrolla su existencia, en la que encontró una labor en la que puede volcar toda su capacidad y su sensibilidad: el cultivo y esmerado cuidado de sus preciados crisantemos, que gracias a su dedicación son los mayores y más hermosos ejemplares que de los que se tenga constancia por la zona. Como es de esperar, Henry, su marido, no comparte su pasión por dicho cultivo, y preferiría que dedicase sus esfuerzos a algo que pudiese resultar más productivo.


Hoy es un día cualquiera, y Henry realiza una buena venta de ganado. Para celebrarlo, decide invitar a cenar a su esposa en Salinas, lo que es algo tremendamente excepcional. Durante la tarde Elisa ve cómo se acerca un inestable y desvencijado carromato en el que se anuncia que se reparan tijeras, ollas y demás enseres. El buhonero que lo conduce con un caballo y un burro como tiro pregunta por el camino más adecuado para seguir su viaje.

El encuentro para Elisa supone una especie de revelación, ya que se ve a sí misma como otra persona, como la persona que realmente es y que vive tras capas y capas de resignación y costumbres. Con ello se plantea (con una sutilidad exquisita como nos ofrece Steinbeck) su existencia, que, de una forma desafortunadamente común, está muy alejada del conocimiento y desarrollo personal que todos necesitamos y merecemos.

En este breve relato (unas 60 páginas) John Steinbeck (puedes consultar aquí la biografía publicada en esta misma página) mimó cada detalle, cada minuciosa descripción y consiguió ofrecer al lector una oportunidad de reflexión inmejorable. Esa dedicación que procuró el autor (tardó varios meses en pulirlo) se nota en un texto en el que no sobra ninguna palabra y cuya historia en nuestra mente parece adquirir alas, precisamente el complemento que le falta a la protagonista de la historia; como pasa en ocasiones, un encuentro fortuito hizo que Elisa fuese consciente de la falta de esas alas, y que su descontento encajase como un puzzle que forma una imagen hasta el momento desconocida para ocupar un vacío que no sabía definir hasta entonces.


Creo que de las anteriores líneas se puede desprender que esta novela corta es, a mi modo de ver, una joya imprescindible, que me pregunto cómo no llegó a mis manos antes y que desde luego leeré periódicamente. También quiero destacar las ilustraciones que acompañan al texto realizadas por Carmen Bueno y que realzan la belleza de dicha obra. Inolvidable.