domingo, 6 de septiembre de 2015

Libros abandonados

Desisto. En algún momento de nuestra vida hay algún libro que, sea por el motivo que sea, se nos hace difícil leer, tan difícil que nos planteamos si es conveniente terminar su lectura o gastar nuestro tiempo en otras cosas que nos proporcionen mayores satisfacciones.

Con ese hecho se nos plantea un dilema por el que todo lector pasa en algún momento, y que cada uno de nosotros afronta de una manera diferente. En mi caso, he de decir que fui modificando mis costumbres desde el inicial empecinamiento por terminar un libro (recuerdo los cuatro intentos de terminar “Ulysses”, de James Joyce como un reto personal cuya culminación supuso más satisfacción por superar una prueba que deleite literario) hasta que llegó el momento de abandonar mi primer libro.

En la actualidad, he de decir que soy muy poco escrupuloso y demasiado rápido en abandonar una lectura que no me aporta nada más que hastío, y los remordimientos iniciales por ese hecho fueron sustituidos por el convencimiento de que el tiempo invertido en una lectura fallida puede ser reemplazado por varias lecturas exitosas.


En este asunto es posible que no haya una sola respuesta correcta, y haya razones convincentes para una decisión y la contraria. Pero no puedo evitar pensar que hay libros cuya lectura puede hacer que un posible lector asiduo eche a perder ese hábito por la obligación (impuesta por sí mismo o por otros, como por ejemplo en las lecturas escolares) de terminar algo que no le satisface. Aquí he de hacer una mención a los maestros que ponen su alma en adaptar las lecturas obligatorias a esa mezcla de valores que pueden aportar los libros y lo atractivos que vayan a resultar a los alumnos.

En contraposición también hay que indicar que muchos de los mejores libros (o sería mejor definirlos como los que más me han gustado) tienen partes en las que me llegué a plantear si era conveniente seguir adelante con su lectura, y por fortuna decidí responder afirmativamente a esa pregunta.

Como decíamos al principio, no es un dilema que se presente en pocas ocasiones y podemos incluir en esta situación a la mayoría de los lectores. Tanto es así, que incluso hay libros que tienen (la dudosa) fama de ser los libros más abandonados por sus lectores.

Para empezar por un libro ya mencionado, hemos de indicar que uno de los libros más célebres del siglo XX, considerado una obra maestra casi por unanimidad por su complicación a la hora de ser escrito, por lo novedoso y rompedor de su estructura y los diferentes estilos utilizados en cada uno de los capítulos que componen el denominado “Bloomsday”, el famoso 16 de junio en el que muchos lectores intentan imitar el camino iniciado (o la odisea sufrida) por Leopold Bloom en Dublín y cuyas peripecias salieron de la pluma de James Joyce. Efectivamente, “Ulysses” no es una lectura que sólo se me haya atragantado a mí, sino que es, según Goodreads, uno de los cinco libros clásicos más abandonados por todo tipo de lectores.

Un contemporáneo de Joyce, escritor de inspiración desbordante y cuya fantasía lleva decenas de años adornando la imaginación de jóvenes y adultos es John Ronald Reuel (que con buen criterio en sus libros cambió sus tres nombres de pila por las iniciales J.R.R.) Tolkien. Su Tierra Media es un espejo en el que se miran muchos autores, y la obra más importante, la más famosa y en la que se refleja con mayor exactitud ese mundo de fantasía es “El señor de los anillos”.

Los tres tomos de este libro tienen millones de lectores que devoran sus páginas con ansia (confieso que en mi adolescencia invertí una semana en comer, dormir y leer “El señor de los anillos”), pero al mismo tiempo ese libro que se acerca más a los dos que al millar de páginas se hace una montaña inabarcable para muchos lectores. Así, uno de los libros más vendidos de la historia es también uno de los más abandonados.


También aparenta ser una lectura lenta y larga la del clásico “Moby Dick”, libro de Herman Melville, que narra la obsesión del capitán Ahab por dar muerte a la ballena que da nombre a la novela, causante de la mutilación sufrida por el propio capitán en su pierna, y experimentada en la huida de los barcos balleneros que van a su encuentro.

La novela está narrada desde la visión del joven marinero Ishmael, que incluye metódicas y extensas explicaciones sobre la vida marinera en el siglo XIX, así como el funcionamiento de cada una de las partes de la caza de la ballena. En su momento no obtuvo éxito, pero fue adquiriendo fama a través de los años hasta adquirir la condición de libro conocido universalmente. También es uno de los libros que con mayor frecuencia los lectores deciden que no es el momento de leerlo.

Los anteriores son solo algunos de los ejemplos que nos podemos encontrar entre los libros clásicos que se encuentran con mayor número de lectores que no llegan a enfrascarse en su lectura. En la actualidad también podemos encontrarnos con gran cantidad de ejemplos entre las novedades y los más vendidos; de hecho, personalmente sospecho que el porcentaje de abandono es mucho mayor en este caso que en los clásicos, pero puede que sean menos mencionados en las encuestas por haber permanecido menos tiempo en nuestras mentes.

Entre los éxitos actuales a los que nos referimos es fácil imaginar (creo) que E.L. James tiene el honor de tener su obra entre las obras más abandonadas en los últimos años, ya que la agresiva campaña publicitaria que acompañó al lanzamiento de la Trilogía de Grey hizo que se adquiriesen y regalasen ejemplares de dichos libros a mucha más gente de la que realmente tenía ganas de leer algo así.

Del mismo modo, no a todo el mundo agrada el mundo creado por Stieg Larsson antes de su fallecimiento y que llevó a la trilogía Millenium, protagonizada por Lisbeth Salander (como curiosidad se suele indicar que el autor llegó a definir ese personaje al pensar en cómo sería una Pippi Calzaslargas adulta en el siglo XXI) a las estanterías de los libros más vendidos de gran parte del mundo.

Como suele pasar con los libros que tienen fervientes defensores, hay lectores que se crean demasiadas expectativas al iniciar su lectura, y no todos consiguen acabarla. De ahí que sea mencionada entre las obras más abandonadas. En mi caso no puedo opinar porque de momento no he encontrado el momento para empezar su lectura.

Para finalizar con los ejemplos actuales, suponemos que ha sido una decepción para Joanne K. (la K. no forma parte de su nombre, sino que se añadió para darle mayor sonoridad al nombre de la autora) Rowling que su incursión en el mundo de la novela (la primera aventura tras el incontestable éxito de la saga de Harry Potter), “Una vacante inesperada”, que gracias a la fama de su autora ya tenía más de un millón de libros antes de ser lanzado, sea también uno de los libros que, además de recibir críticas muy negativas, haya tenido una acogida tan floja incluso entre sus propios lectores, que decidieron abandonarlo con mayor porcentaje del esperado.

También podemos mencionar otro tipo de abandono, y es el que se produce en las cadenas hoteleras. Millones de libros son olvidados en las mesillas de noche de hoteles de todo el mundo, y dichos hoteles crean iniciativas diferentes para beneficiar a futuros clientes de la lectura de libros olvidados y no reclamados por sus dueños. Entre ellas podemos encontrar salas de lectura en los propios hoteles o donaciones a bibliotecas.

Existen también cadenas hoteleras que incluso hacen una clasificación de los títulos más olvidados en sus habitaciones. En estos últimos listados es lógico pensar que los más vendidos también serán los más olvidados en los cuartos, y de hecho así es. E.L. James también tiene el honor de encabezar la lista en este caso, y su trilogía de Grey es la más abandonada en los hoteles. A esa lista habría que añadir el éxito de Gillian Flynn, “Perdida”, y de nuevo a J.K. Rowling (en este caso dudamos de la involuntariedad de la mayoría de los abandonos) con “Una vacante imprevista”.

Por último nos vamos a referir a otra clase de abandonos, los abandonos voluntarios. Son numerosos los movimientos que intentan fomentar la lectura propiciando encuentros inesperados de posibles lectores con libros, ya sea en la calle, en algún establecimiento, aeropuertos, estaciones de tren…  En fin, en este caso he de decir que me parece una iniciativa fantástica que puede crear nuevos apasionados de la lectura que desconocían lo que aporta en su día a día tener un libro esperando a que lo devores. 

La iniciativa más numerosa es la denominada Bookcrossing (puedes conocer algo más sobre estos movimientos aquí), que cuenta con millones de libros viajeros que, lector tras lector, son abandonados en diferentes sitios y que cuenta además con una página web en la que se pueden seguir los diferentes viajes emprendidos por cada ejemplar y las anotaciones que aporta cada lector a esa historia. He de decir que tengo el honor de participar de vez en cuando en esta iniciativa, (desafortunadamente como depositario y no como afortunado descubridor) que me parece muy bella.

Como hemos visto, hay diversas formas de que los libros sean abandonados, algunas más enriquecedoras que otras, aunque en el momento en el que cambia de manos un libro puede encontrar otro lector que lo devore con ansia. Esperamos que os hayan entretenido los anteriores ejemplos y como última curiosidad indicar, ya que el ser humano es curioso por definición, que los lectores que deciden terminar una lectura una vez comenzada son el grupo más numeroso de todos. Como indicaba al principio, yo hasta hace unos años formaba parte orgullosamente de ese grupo. Sin embargo, mi nueva actitud hace que me haya de incluir en el segundo grupo más numeroso, el de los lectores que otorgamos entre 50 y 100 páginas a un libro para que  termine de engancharnos.