lunes, 13 de julio de 2015

"La palabra heredada", de Eudora Welty

Para la mayoría de los lectores es un placer adentrarse en las vivencias personales de un autor. En el caso que visitamos hoy, se trata de una autora con una amplia reputación en su país, que llega al punto de ser comparada con el también sureño norteamericano William Faulkner. Si bien destacó por sus cuentos, Eudora Alice Welty también publicó novelas, e incluso con “La hija del optimista” consiguió el Premio Pulitzer en 1973. (consulta alguna curiosidad sobre los Pulitzer aquí)

Eudora nos obsequia en tres partes (“Escuchar”, “Aprender a ver” y “Encontrar una voz”) deliciosos episodios de su vida que la fueron formando como escritora, vistos ya desde la madurez que le otorgaban su dilatada carrera y sus 75 años de edad. Estas tres partes sirvieron como conferencias en la Universidad de Harvard, que fueron recibidas con entusiasmo por la afortunada audiencia. Una vez publicado, “La palabra heredada” se convirtió en su país en un Best Seller y se mantuvo en esa línea durante meses.

 Welty nos presenta con dulzura y cariño a toda su familia, además de las circunstancias que la llevaron a instalarse en Jackson (Mississippi), localidad natal de la autora. Asistiremos a la narración de sus primeros recuerdos y con ella recorreremos las carreteras sin asfaltar de la Norteamérica de primeros del siglo pasado en los interminables viajes para visitar a las lejanas familias.  También seremos testigos privilegiados del empeño que puso su madre (un ser humano extraordinario según se desprende de la visión de la autora) en darle una formación literaria, y darle en herencia esa pasión por los libros que ella sintió desde pequeña, y que a mi modo de ver es una de las mejores herencias que los padres pueden dejar a sus hijos.

A través de las numerosas anécdotas que nos narra Eudora nos vamos haciendo una idea de la formación de su estilo literario, de la potenciación de un don que ella sintió desde joven y que supuso un sueño cumplido el poderse dedicar exclusivamente a su pasión y vocación. Es un lujo el sentirse oyente de sentimientos tan profundos como los expresados por Welty, y cómo desgrana los hechos que (siempre desde el punto de vista de ella “la memoria es un tránsito”) van moldeando su visión del mundo y de las relaciones personales, que será traspasada a sus cuentos y más tarde a sus novelas.

También tuvo una importante etapa como fotógrafa (tiene libros publicados sobre sus retratos durante La Gran Depresión), aunque, como ella misma reconoce, siempre vio las instantáneas desde el punto de vista de escritora. A mí desde luego su capacidad descriptiva me da la impresión de ser enormemente gráfica, así que ambas cosas han de estar al menos en una parte influenciadas por la otra.

Es curioso cómo los libros llegan a nuestras manos. En ocasiones son amigos los que te aconsejan la lectura de un libro que les causó impacto. En otras ocasiones nos servimos de reseñas o menciones en diversos medios para dejar que nazca en nosotros esa especie de enamoramiento que solo puede terminar con la lectura de ese libro. También caemos a veces en la tentación de dejarnos llevar por las listas de libros más leídos y nos hacemos con uno de esos ejemplares. En esta ocasión, un paseo por la biblioteca me hizo detenerme en un libro con una portada sencilla pero con fuerza. El acertado título también ayudó a que ese libro me convenciese definitivamente.

Con los ingredientes  anteriormente mencionados: el ser testigo de la formación de ese estilo literario, el ser testigo de una época que particularmente me parece muy interesante, y el propio hecho de descubrir a una escritora que posee un talento desbordante han supuesto para mí una agradable sorpresa, y he disfrutado cada línea de este libro (disfruté incluso las fotografías familiares que lo redondean). No puedo dejar de mencionar algo en lo que no solemos reparar, y es en la (para mí) excelente traducción del libro que hizo Miguel Martínez-Lage (que debido a su fallecimiento remató Elena Medel), que al parecer era un reputado traductor, al que se le nota su buena mano. (puedes consultar alguna curiosidad sobre traducciones)


Sin duda alguna, Eudora Welty es una autora que tiene mucho por ofrecer, y yo estoy dispuesto a descubrirlo y disfrutarlo.