domingo, 8 de octubre de 2017

Escritores como protagonistas

Es ciertamente impresionante la capacidad que tiene el ser humano para crear. A lo largo de la Historia se han ido acumulando millones de ideas que hacen que nuestra vida sea como es en estos momentos. Afortunadamente la mente humana es una fuente inagotable de conocimientos nacidos del ingenio que, en la actualidad, hace que los cambios vengan a un ritmo vertiginoso.

En lo que respecta a la Literatura, que es de lo que solemos hablar en estas líneas, tiene una capacidad infinita y la cantera de planteamientos, del diverso y espléndido abanico de personajes, de escenarios, de argumentos y de sorprendentes historias nutre las librerías de todo el mundo con un crisol de ideas cada año. 



Hoy queremos echar un vistazo al momento en el que el autor elige el personaje que llevará el peso de la historia que nos quiere contar. Y, concretamente, vamos a ocuparnos del particular caso en el que ese personaje tiene como profesión la misma que la persona que decidió incluirlo como tal: la profesión de escritor.

Seguramente te vengan a la mente varios libros en los que el protagonista era un autor en ciernes, un autor consumado, o incluso un autor célebre que se ve envuelto en la historia que nos es narrada. Vamos, si te parece, a visitar algunos de estos supuestos exponiendo ejemplos de cada uno de ellos.

Como es lógico, muchas de las historias que aparecen en los libros están basadas en parte o en su totalidad en vivencias del propio autor o en vivencias que llegaron a oídos del escritor. No sabemos en qué porcentaje, pero cuando deciden poner como protagonista a un escritor suponemos que al menos parte de lo que leeremos son pensamientos o hechos narrados en primera persona.

Para empezar con nuestra serie de ejemplos recordaremos que el autor francés Patrick Modiano, galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 2014, es un recurso al que suele echar mano. Así, en su novela "El horizonte" usa como protagonista a un aprendiz de escritor, Jean Bosmans, que vuelve sobre su juventud desde la visión que le da el paso de treinta años desde los hechos iniciales. También utiliza a un ficticio escritor, en este caso de novela negra,  en "Barrio perdido", en el que Ambrose Guise intenta descifrar su pasado una vez regresa a su ciudad de origen, París.

Tal vez en "La hierba de las noches" use Modiano a Jean como un álter ego que nos muestra su juventud con una serie de fragmentos recogidos en una antigua libreta. Como curiosidad, he de señalar que Modiano elige el nombre de sus protagonistas de una forma tan azarosa como consultando una guía telefónica.

Un ejemplo más de autor en ciernes que nos narra una historia la podemos encontrar en la popular "Desayuno en Tiffany´s", de Truman Capote, (y su inolvidable adaptación cinematográfica titulada "Desayuno con diamantes") en la que Paul Varjarck nos cuenta cada detalle que recuerda de su inolvidable vecina, a la que sin duda todos ponemos la cara de Audrey Hepburn: Holly Golightly.

Cambiando de escritor, recordaremos que el autor japonés Haruki Murakami fue durante los primeros años de su carrera traductor de obras literarias a su idioma natal, y además de ello regentó o dirigió varios clubes en los que la música jugaba un papel importante. Por ello (si eres lector de Murakami te habrás dado cuenta) los protagonistas tienen una intensa relación con la música y/o la Literatura. Ya sea de una u otra manera, el afamado escritor japonés nos muestra sus preferencias en (al menos las que han caído en mis manos) casi todas sus obras.

En el caso que nos ocupa hoy, podemos encontrar en "1Q84" (en japonés se pronuncia la Q del mismo modo que el 9) a Tengo Kawana, un escritor novel que se ve involucrado en unos fantásticos y fantasiosos hechos y se cruzará su vida con Aomame, la otra protagonista del libro (es otro recurso que suele utilizar).

Para deleite de sus seguidores, Murakami dio una vuelta de rosca al hecho de aportar parte de sí mismo a una obra y publicó "De qué hablo cuando hablo de escribir", libro en el que trata en primera persona su relación con la Literatura.


Es cierto que hay cientos de ejemplos como los que acabamos de ver, y también personajes influenciados de alguna manera, indirecta o directa, por algún escritor. Ahora tal vez sea momento de echar un vistazo al camino que marcan las historias que incluyen como protagonista a un escritor célebre.

Debido a su adaptación cinematográfica, que tuvo cierto éxito hace unos años, quisiese mencionar en primer lugar "El cartero de Neruda", de Antonio Skármeta, en el que Mario decide abandonar su profesión de pescador para ejercer de cartero en la isla Negra, en la que su único remitente y destinatario es el gran poeta.


En la mayor parte de los supuestos en los que el protagonista es un autor o autora célebre es evidente que la fantasía forma la mayor parte de la trama. Tal vez se llegue al extremo de esa fantasía en la próxima novela que vamos a visitar: "El hombre que amó a Jane Austen". Ya al leer el título nos podemos hacer una idea de lo que contiene sus páginas, pero cuando conocemos que Fitzwilliam Darcy, el conocido protagonista de "Orgullo y prejuicio" es ese hombre del que hablamos, seguramente la fantasía de la Sally Smith O´Rourke (la autora) sea capaz de robarnos una sonrisa.

También tenemos el caso en el que la biografía del personaje público sirve como argumento para crear una historia basada en su vida. Así podemos encontrar la obra "La soledad de Charles Dickens", en la que el autor Dan Simmons aprovecha un hecho muy concreto: el accidente de tren que sufrió el autor en 1865 y que produjo un radical cambio de su actitud, en el que su personalidad se volvió oscura y creció una obsesión por la violencia y los bajos fondos que no cesaría hasta su muerte. Simmons mezcla "en cada página" exactitudes históricas con licencias narrativas, lo que sirve de perfecta muestra de lo que queremos expresar hoy.

Como vimos con Patrick Modiano, el recurso de usar escritores como narradores es usado por muchos autores, con mayor o menor reconocimiento. Como éste, J.M. Coetze fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura (2003) usa nada menos que a la figura de Fiodor Dostoievski para hacer un retrato de la sociedad rusa del siglo XIX. La trama incluye también al real hijastro de éste, Pavel, aunque se centra en la irreal muerte de Pavel en extrañas circunstancias y en la búsqueda que realiza el prestigioso autor. El libro escrito por John Maxwell Coetze se titula "El maestro de Petersburgo".

Es posible que la más avanzada vuelta de tuerca al hecho de que un escritor sea protagonista de un libro nos la haya ofrecido el (gran y desafortunadamente retirado) autor Philip Roth en su obra "Operación Shylock". Aquí el protagonista es un gran y famoso autor, el propio Roth, que en un viaje a Israel asistiendo a un juicio se ve involucrado en unos hechos que le hacen perseguir a otro hombre que usa el nombre de Philip Roth fraudulentamente para favorecer a su movimiento político. A pesar de recibir críticas tibias en la fecha de su publicación, hoy en día se considera uno de los libros más destacables de una carrera tan brillante como la del escritor norteamericano.

Seguramente se te ocurran muchos ejemplos de lo que estamos viendo hoy, de hecho hay una lista interminable de mayor o menor éxito. Como último punto quisiese echar un vistazo a autores españoles que hayan utilizado el recurso al que aludimos en el título de esta entrada. Para ello me valdré del debut de Javier Marías,  en un argumento en el que juega con la posibilidad de que Federico García Lorca hubiese sobrevivido y alimente la imaginación en esta obra.

Por último, quisiese recordar a Ernesto, el escritor que en busca de inspiración visita el madrileño Rastro y tras adquirir un objeto indaga hasta traernos la historia que plasma una visión un poco menos política de lo habitual y más humana de la recurrente Guerra Civil Española. Se trata del éxito de hace unas temporadas escrito por la emocional y entrañable Paloma Sánchez-Garnica y que tiene como título "Las tres heridas".

Espero que los ejemplos que hemos visto sean de tu agrado y espero también que vengan a tu memoria diversos escritores que protagonizan libros que no incluimos en estas líneas y que, como solo puede provocar la Literatura, quedan en un lugar de honor en tu memoria.