A mediados del Siglo XIX, antes
de la Revolución Industrial el mercado de la seda es uno de los que más
beneficios puede reportar. En el pueblo francés de Lavilledieu la explotación
de dicho producto se convierte en la principal fuente de ingresos. El modo
habitual de trabajo es el de importar directamente huevos de gusano de seda que
habrán de convertirse en gusanos en el propio pueblo para así poder obtener una
tela de la mejor calidad posible.
Sin embargo, diversas plagas que
se extienden por el viejo continente hacen que la producción de seda se
convierta en prácticamente inviable. El emprendedor y reputado Balbabiou (de
hecho es el hombre que introdujo la cría del gusano de seda en Lavilledieu)
piensa en una posible y arriesgada solución. Para ello necesita del patrocinio
de todos los productores de seda de su pueblo y de una persona capaz de
emprender la aventura que podría mantener el nivel de producción en el pueblo.
Y esa persona, elegida por el
propio Lavilledieu, es nuestro protagonista: Hervé Joncour, hijo del alcalde
del pueblo y cuya carrera militar se ve truncada por la aparición de la nueva
experiencia. Joncour se convierte en el emisario de los productores de
seda de Lavilledieu en el arriesgado viaje a un Japón cerrado secularmente al exterior. De hecho, hasta el momento en el que se desarrolla la historia estaba rigurosamente prohibido, aunque ciertos hechos provocaron que se permitiesen ciertas licencias en cuanto a comercio.
Así que Hervé realiza un largo y
sinuoso viaje al país del Sol Naciente, en el que consigue comprar huevos de
gusano de seda al poderoso y tradicionalista terrateniente Hara Kei en cantidad suficiente para la temporada,
así como conocer una cultura que es una novedad para los visitantes occidentales. De la misma manera, la
mirada que recibe por parte de una mujer en una recepción en casa de su ilustre proveedor se convierte en el descubrimiento de un nuevo sentimiento que le hará
regresar una y otra vez al país nipón.
Y así, a caballo entre un nuevo
país en el que la vida transcurre a un ritmo más pausado y los sentimientos
viven una especie de amplificación y su propio pueblo, en el que la vida con su
esposa Hélène cubre las necesidades del Hervé anterior al primer viaje,
transcurren unos meses en los que el propio Hervé sufrirá una transformación.
El libro fue escrito por el
italiano Alessandro Baricco, y se convirtió en un éxito inmediato. Sin embargo,
creo que estamos ante uno de esos libros en los que el éxito se convierte en un
inconveniente, ya que crea en muchos lectores la imagen de una lectura
altamente adictiva y con una historia atractiva, lo que lleva a un buen
porcentaje a opinar negativamente de un libro que difiere de lo esperado. No se
trata de uno de esos libros.
Se trata de una historia sencilla
y deliciosa, en la que destaca la original estructura (en poco más de cien
páginas hay más de sesenta capítulos en los que incluso se repiten párrafos de
forma reiterada) y sobre todo ese tono onírico, evocador e intimista que el
autor adquiere de la cultura oriental. Podríamos decir que el delicado proceso
de cultivo y manufactura de la tela que da título al libro nos puede marcar la sutilidad
con la que nos es narrada la historia.
Creo que el lector dispuesto a
conocer una historia sencilla y hermosa, con un tono suave y una estructura
ciertamente innovadora (o al menos poco usual) disfrutará, como yo, con un
libro que sorprende haya estado en la lista de los más vendidos, pero que deja
un sabor delicioso.