domingo, 20 de marzo de 2016

Padres de libro

Es muy complicado generalizar un sentimiento que puede generar un hecho en un grupo de personas, cada una de ellas con sus particularidades. Para cada uno de los padres del mundo la paternidad ha de ser, probablemente, la mayor satisfacción de su vida, y el momento en el que la vida se ve modificada para siempre, pasando a ser el eje de cada uno de los pasos que se dan desde entonces.

Así como es difícil generalizar ese sentimiento, también lo es el hacerlo con la forma en la que padres e hijos tienen de demostrar su afecto, ya que tantas formas puede haber como familias existen. Tal y como pasa con otras celebraciones, el Día del Padre se concibe como el día en el que los hijos agradecen a sus progenitores los esfuerzos que realizan para que sus descendientes inicien un camino vital con el menor número de obstáculos posibles.


Como suele pasar con cada una de las celebraciones, con los años adquieren un tinte un poco más comercial del que fue concebido. Para conocer algún dato del origen del Día del Padre hemos de remontarnos más de un siglo, concretamente al primer decenio del siglo XX. Allí Sonora Smart Dodd intentó conmemorar el nacimiento de su padre, Henry Smart, para homenajearlo por los esfuerzos que había realizado para educar a sus seis hijos, tras el fallecimiento de su esposa en el parto del menor. Habló con las parroquias locales para promocionarlos y al final entre todas ellas concretaron una fecha.

Así, el 19 de junio de 1909 comenzó una tradición que, poco a poco, fue haciéndose sitio en más y más pueblos. Quince años más tarde bajo la presidencia de Calvin Coolidge se institucionalizó la celebración, que pasaría a celebrarse el tercer domingo de junio desde 1966. Esa fecha es usada por una gran cantidad de países desde entonces.

En España, sin embargo, la historia de esta celebración tiene un origen diferente.   Una profesora que desarrollaba su labor en un colegio de Vallecas, Manuela Vicente Ferrero, contó cómo decidió iniciar esa celebración en su localidad. Y es que tras ver cómo las madres recibían año tras año manualidades realizadas por los niños para conmemorar el Día de la Madre, recibió los comentarios de varios padres en los que le indicaban la ilusión que les haría a ellos recibir las mismas atenciones. En ese momento decidió promocionar la celebración de un día exclusivo para que sus alumnos dedicasen sus esfuerzos a recompensar el cariño recibido de sus padres.

Decidió acogerse a una fecha muy significativa en la religión católica, el día en el que se celebra la onomástica del padre terrenal de la figura principal de dicha religión: San José. Así, desde 1948 tanto los Josés como los Pepes (apodo que viene también del padre de Jesús, al que se referían antiguamente como Padre Putativo –p.p.) comparten la celebración con todos los padres españoles, y de algunos otros países que se sumaron a celebrarlo cada 19 de marzo.

El primer año (1948) se celebró simplemente en su escuela, pero al ver la buena aceptación que había tenido la iniciativa Manuela aprovechó que publicaba algunos artículos en la publicación “Magisterio” bajo el pseudónimo de Nely para extenderlo el año siguiente. Según ella mismo dijo en una entrevista, había contestado a los padres “Yo no he inventado el Día de la Madre, pero tengan por seguro que inventaré el Día del Padre”. A la vista está que su empeño tuvo su recompensa.

Tal y como corresponde a la página en la que nos encontramos, nos gustaría resaltar algunos de los personajes que, por uno u otro motivo, merecen ser reconocidos como ejemplos de paternidad. Como en la vida, podemos encontrar padres de todo tipo, cada uno aportando algo de sí para personalizar esa relación paterno/filial.

Para comenzar, creo que nadie que lo conozca rechazaría reconocer a Atticus Finch (el abogado defensor de un hombre negro acusado de violación  en “Matar un ruiseñor”) como un ejemplo de persona digna y con entereza, y sobre todo un padre dedicado y ejemplar. Harper Lee consiguió con este personaje crear un icono reconocible, y la magnífica interpretación de dicho personaje realizada por Gregory Peck en la también fantástica película lo convierten en icono también dentro de la historia del Cine.

Una relación padre/hijo también inolvidable, aunque en esta ocasión de forma trágica, tenemos oportunidad de visitarla en una de las novelas que probablemente se convierta en clásico: se trata de la relación que mantienen los dos personajes sin nombre intentando sobrevivir en un futuro apocalíptico en el que tan solo se tienen el uno al otro en un medio tan hostil. En “La carretera” nos encontramos con un padre absolutamente dedicado al cuidado de su hijo, y cuya historia probablemente sea la obra cumbre (ojalá me equivoque y ésta esté por llegar) del interesante autor Cormac McCarthy.  El autor consigue aislar esa relación de una forma magistral, enfrentándolos juntos al peligro constante desde la primera hasta la última página.

Nos gustaría visitar ahora a Philip Roth, otro de los autores más interesantes de los últimos años, Roth, autor ya retirado de la publicación de relatos, consiguió el Premio Pulizter de Literatura en 1997 gracias a su celebrada “Pastoral americana”, que forma parte de la trilogía Americana. En ella Seymour “Sueco” Levov es un ejemplo para todos sus vecinos y amigos, la viva imagen del eterno triunfador de las películas norteamericanas desde adolescente: guapo y atleta de éxito, heredero de una próspera fábrica, y casado con una simpática Miss y cuya vida es una envidia para cualquiera.

La relación con su hija Meredith es muy importante para mantener el equilibrio de tan idílica existencia; por ello, cuando su hija decide oponerse frontalmente a sus creencias (en contra del apoyo a la guerra de Vietnam), Levov inicia un descenso a los infiernos intentando comprender la mente de su hija, lo que poco  a poco va despojando de brillos a su vida hasta convertirla en un completo vacío.

Como sabéis, hay miles de ejemplos de padres en la Literatura, algunos de los cuales se han convertido en inmortales, tal y como las relaciones que mostró William Shakespeare hace cientos de años en Hamlet o el  Rey Lear. También encontramos padres que distan mucho de ser un ejemplo, como los que viven en las páginas de “El resplandor”, de Stephen King, “Matilda”, de Roald Dahl o “Room”, de Emma Donoghue.


Como decíamos al principio, es difícil clasificar tantos sentimientos como produce el hecho de ser padre, de engendrar una vida con la persona amada, aunque en las páginas de los libros podemos encontrar muchos de esos sentimientos perfectamente plasmados. Esperamos que os hayan entretenido estas líneas, y aprovechamos para desear un feliz día a todos los padres que  nos lean.