miércoles, 6 de enero de 2016

"Bartleby, el escribiente", de Herman Melville

En la Nueva York del Siglo XIX, en el pujante barrio en el que se encuentra la conocida Wall Street, un  abogado regenta su pequeño pero rentable negocio, en el que además de él tiene contratados a dos copistas (escribientes o amanuenses) y un chico de los recados. Dado la carga de trabajo que manejan el abogado cree necesario contratar a otro escribiente que se sume a las tareas de sus empleados: Nippers, Turkey y Ginger Nuts.

De ese modo nos es presentado el personaje que centra el relato, que como su título indica es Bartleby. En principio demuestra su gran capacidad para desarrollar el trabajo que se le encomienda con meticulosidad y dedicación, con lo que el abogado comprueba satisfecho el acierto que supuso su contratación.


Sin embargo, lo que se suponía que sería un relato sobre la labor desarrollada en las oficinas de la época se convierte en un momento dado en mucho más que eso. El cambio de actitud repentino de Bartleby da paso a una curiosa  sucesión de hechos y actitudes en los que el autor intenta plantear unas preguntas para las que existen múltiples respuestas. Como suele ocurrir en las obras que derrochan buena literatura, este libro nos obliga a buscar en nuestro interior para intentar sacar conclusiones sobre interrogantes tan acertados.

Esta narración, publicada en 1853, probablemente tenga más originalidad que la mayoría de las actuales, y desde luego el tiempo lejos de hacer que envejezca le da grandeza. Fue escrito por un Herman Melville que se encontraba en horas bajas, ya que tanto su “Moby Dick” como su posterior publicación fueron un fracaso entre los lectores y además vapuleados por la crítica. Su ánimo decayó por esa época, lo que probablemente influyó en la creación del personaje que nos ocupa.


“Bartleby, el escribiente” es un libro que se puede recomendar sin ningún tipo de miedo, ya que todos los lectores pueden encontrar entre su escaso número de páginas alicientes suficientes como para que se haga un hueco en su memoria. A mi modo de ver no conviene descubrir demasiados datos sobre el argumento; de ahí que me limite a ofrecer una breve sinopsis ya que lo contrario podría truncar las sensaciones del nuevo lector y eso, sinceramente, “preferiría no hacerlo”.